martes, 20 de mayo de 2014

SIN TECHO


Esta noche cuando volvía a casa lo volví a ver. Como todas las noches, esta allí entre sus cartones, con la mirada perdida, traspasando los cuerpos de los que pasaban por delante de él; traspasando los muros de los edificios, traspasando hasta el horizonte con sus ojos vidriosos. No, no estaba llorando, a estas alturas ya no le debían de quedar lágrimas, creo que miraba más allá de lo que jamás ninguno de nosotros podremos mirar; miraba al infinito.



Siempre te veo contándole tus penas.
Siempre te escucho susurrándole secretos
siempre hablando con tu amigo,
tu siempre fiel cartón de vino.
 
Detrás de unas escaleras
tienes un palacio.
Para desde él ver pasar la vida
día tras día.
Todos iguales, despacio
En tu trono de cartón
con tu capa de plástico
en tu banquete de moho.
 
En él se ceba el desencanto
y vosotros que lo veis
no os burléis
pues es un Rey
y a nadie debe nada
y nadie le ordena
y a nadie obedece.
Con lo que tiráis, él vive.
Con lo que no coméis
él se alimenta.
Con vuestras penas el es feliz
y con vuestro aburrimiento
el sueña.
 
Pero aunque libre
está solo y mira absorto
con sus ojos de loco
su reino.
Tu mundo que le desprecia.
Siempre observado,
repudiado
infanta es su paciencia
 
Pobre hombre pobre
que alguna vez
hogar tuviste
trabajo y familia.
Ahora todo tus fueros
es un bidón
al que de noche prendes fuego
para calentarlas manos vacías
llenas de ruina
Toda su fortuna
unas monedas
de cobre y pena.
Con las que pronto corres
acudes a tu amigo
A por un poco de charla
o a por un poco de abrigo,
o sólo por un poco de sueño.
A dárselas corres.
A dárselas a tu amigo.
A tu siempre fiel cartón de vino
 
 
 
Ellos lo dijeron mejor
 
 

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