Ni palabras por decir , ni acciones que llevar a cabo.
Sólo el mirar de las manos y el preguntarse si las hemos utilizado correctamente, si los callos han sido los adecuados, los suficientes.
Si en ocasiones hemos apretado más de la cuenta, o por el contrario si apenas hemos tenido fuerza.
Si las hemos dado frecuentemente para ayudar o hemos empujado más de lo debido.
Y cuando llegue el día, ese día, quizás no halla nada más que tocar ...... tan sólo el tacto de la suave calavera.
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