domingo, 18 de enero de 2015

AZUL#2




 




Unas semanas antes:

Ya estaba avanzado el mes de noviembre y el aire comenzaba a oler a Navidad. Los comerciantes lo sabían y no perdían la ocasión adornando anticipadamente sus negocios (cada año antes). Campanas doradas con enormes lazos rojos, abetos de plástico verde y portales de belén llenaban los escaparates y fachadas. También en las calles más céntricas de la ciudad las autoridades comenzaban a colgar guirnaldas luminosas deseando felices fiestas y un prospero año nuevo.
La crisis económica que azotaba el país parecía menos importante es estas fechas y toda la sociedad parecía huir hacia delante. Envolviéndolo todo en papel de regalo y bombillas de colores como si así fuera a desaparecer por sí misma. Pero de cualquier forma la época de vacas flacas seguía su curso ralentizando el consumo engullendo empresas y aumentando el número de desempleados.
A la familia de Luis también les alcanzó con unos de sus tentáculos en forma de regularización de empleo. Tras diez años en plantilla de Componentes y Materiales s.a. se veía en la calle con buenas palabras y una indemnización ridícula posibilitada por las últimas reformas del gobierno.
Siempre es mala fecha para un despido, pero la cercanía de la Navidad lo hacía si cabe, un poco más cruel. Tenían algo ahorrado y con la prestación por desempleo el horizonte a corto plazo no parecía desesperado. Eva, primero se indignó e incluso culpó a su marido de que había bajado el rendimiento, dando a entender que casi se lo había buscado. Pero tras el acaloramiento entró en razón y lo apoyó. Comenzando a auto-inculparse de la situación familiar ya que ella había dejado su puesto de secretaria de dirección cuando nació Paula.
Pulsó el botón de arranque con el dedo índice y los 200 caballos del motor alemán resucitaron de su letargo con un suave ronroneo.
El sedan salió del garaje como una flecha plateada que quisiera clavarse en el corazón de la noche. Los neumáticos dejaron un su impronta de goma quemada en el asfalto y una nube de humo azulado le despidió. Había vuelto a discutir con Eva, en la cabeza aun resonaban los gritos, los insultos... pero lo que más se oía era el llanto de Paula. No podía soportarlo, se le introducían como la sal en una herida. No recordaba cómo comenzó la discusión esta vez, pero daba igual, la situación se estaba haciendo insostenible. Desde que perdió el empleo todo había ido de mal en peor. La convivencia con Eva se hacía difícil, en parte porque pasaban demasiado tiempo juntos, cosa que con anterior ritmo de vida se restringía a alguna hora por la noche y algún fin de semana. Y en parte por su mal carácter que no era otra cosa que el producto del tedio y la pérdida de autoestima. Su mujer, también aportaba,  con sus dosis de reproches y lamentos que poco a poco le iban desquiciando.

Las farolas con su luz de vapor de mercurio daban a la ciudad los tonos sepia de las fotos antiguas. Las calles residenciales desiertas dejaron paso a las grandes avenidas y estas a las autopistas de circunvalación. El Volkswagen se introducía más y más en la oscuridad a medida que se alejaba. Por sus diez altavoces salía el heavy metal, potente y afilado que le animaba a apretar aún más el acelerador. En el velocímetro digital, los 120 km/h legales hacía treinta cifras que se habían rebasado .Los escasos automóviles que adelantaba eran como luciérnagas en sus retrovisores en pocos segundos.
Esto le relajaba. Siempre le había gustado conducir y la velocidad le hacía que su mente tuviera que concentrase sólo en la carretera olvidado lo demás.
La señal azul reflectante informaba de que se encontraba a setenta kilómetros de su casa. En la luz rojiza del tablero de mandos, el testigo de combustible comenzó a parpadear combinado con un pitido. En el estéreo sonaba "Highway to Hell"de AC/DC. Tenía la gasolina justa para volver. ¿Volver? .La idea se empezaba a abrirse camino como un gusano, que va royendo la carne de una manzana, tras 45 minutos de vagar por la autopista. Al mismo tiempo, que sopesaba la idea de volver a casa, decidió que primero buscaría una estación de servicio para repostar y aclarar un poco la mente.
De imprevisto el reproductor de Cd saltó y se conectó la radio. Sólo se escuchaba el ruido de interferencia. Luis se sorprendió, con gesto de disgusto accionó los mandos del volante que harían que volviera a sonar la música. El rock volvió, pero tras unos segundos la estática de nuevo fue la dueña del equipo de audio.
Esta vez, el bajo la estática se escuchaba algo más, como una emisora que no tuviera la suficiente potencia de emisión. Accionó los mandos de nuevo para volver a reproducir el disco compacto, y comprobó que no podía. No había manera de pasar al modo CD. Finalmente pulsó la tecla power en la consola del salpicadero. Se hizo el silencio dentro del coche, lo único que se podía oír era el murmullo del viento y el trabajo del motor a 2500 revoluciones por minuto, bajo el aislamiento de una carrocería de más de 40.000 €.
La radio se pasó en funcionamiento a máximo volumen . El sobresalto hizo dar a Luis un respingo en su asiento anatómico de piel negra y por un milisegundo perdió el control del coche. Asió el volante con firmeza recuperando la trayectoria y con el dedo corazón de la mano derecha empujo el mando bajando el volumen diez puntos . Ahora la estática había desaparecido y una voz de un locutor dicharachera dijo:
- Buenas noches y bienvenidos a todos los oyentes de nuestra frecuencia. Hoy dedicamos nuestra emisión especial todos los noctámbulos, a aquellos que en esta noche no tienen un rumbo fijo, aquellos que no tienen claro su destino y muy especialmente a Luis ese conductor del Volkswagen gris plata.
No podía ser. Aquel locutor le dedicaba un programa de radio, que por cierto se había introducido en su radio de una forma completamente anómala. Debía de haber oído mal . Era tarde y estaba más cansado de lo quería reconocer. Tenía que descansar. El subconsciente le habría jugado una mala pasada. Por la radio ahora se oía la melodía de una canción que le resultaba familiar pero que no lograba identificar. En el selector estaba resaltado la opción radio. Lo pasó a CD y la voz de Bob Scott surgió de nuevo cantando; Autopista hacia el infierno.

En el margen derecho de la carretera se veían a lo lejos las luces de una estación de servicio. Tomó el carril de salida y se dirigió hacia ella.
Era una estación de servicio pequeña con un logo que no pertenecía a ninguna petrolera, por lo menos que él conociera . El color corporativo era rojo y dos SS mayúsculas amarillas decoraban el display de precios y los demás elementos.
Estaba vacía. Eligió de las dos líneas de surtidores la más a la izquierda, para que su depósito quedara justo enfrente del surtidor. Odiaba tener que rodear el coche con la manguera . A estas horas de la noche, lo lógico es que estuviera en prepago; así que apagó el motor y se bajó en dirección a la tienda. Sorprendente estaba abierta y no sería atendido a través de un cristal y un interfono, eso también lo odiaba. Se estaba haciendo mayor.
Las puertas se desplazaron lateralmente abriéndole paso . Cuando entró, la melodía del hilo musical vino a recibirlo ,era la misma que ponían en la radio. Ya lo tenía era, era la música de la película "El Mago de Oz"."Somewhere Over The Rainbonw ".
También vino a recibirlo un par o tres grados de temperatura menos que el exterior donde no estaban a más de 2°. Era extraño que hiciera más frio que en la calle pero lo que más le extrañó era que el empleado, que estaba al fondo, sólo llevara una camisa roja. Una de esas camisas de uniforme, con el logo correspondiente bordado en el pecho y una chapita donde pone el nombre del dependiente con la coletilla " a su servicio". Había dos hileras de estanterías con los productos típicos , desde aceite de automoción a revistas y chicles. También había un refrigerador con bebidas y un horno de pan precocinado. Junto al mostrador una máquina de café de monedas y una pequeña barra con un par de banquetas que hacían las veces de cafetería. Todo estaba ordenado y limpio.
Avanzó unos pasos dentro del local y el empleado saludó haciéndole un gesto con la mano y sonriéndole . Luis se acercó a la caja llevándose la mano a la cartera, en el bolsillo trasero de sus Levi's 501 diciendo:
-Buenas noches, por favor me pone 50 € de gas-oil.
El empleado un hombre de unos 30 años, bien parecido, rubio, alto con ojos azules. Le contestó:
-Buenas noches, por supuesto . Y continuó. - No desea nada más el señor.
Luis poniendo los 50,00€ sobre el mostrador de vinilo rojo sentenció:
- No, muchas gracias.
Se dispuso a coger el ticket que le entregaba el empleado cuando este le volvió a preguntar en un tono sugerente , mientras le miraba directamente a los ojos con una mirada firme y penetrante.
-¿ De verdad que no desea Nada Más?. Seguro que tendremos algo que le pueda interesar.
Luis tiró del ticket contestando un no seco y encaminándose a la salida. No le gusto nada el tono de la segunda pregunta . Parecía como si le hubiera ofrecido todo, menos algo que se pudiera encontrar en una gasolinera. Claro que deseaba algo más. Todo el mundo deseaba cosas, por ejemplo no haber discutido con su mujer y no estar en el paro; ¡Qué tontería!.
Descolgó la manguera y la metió en el depósito. La voz impersonal de la máquina le informó de iba repostar gas-oil. La bomba comenzó a vomitar el combustible viscoso, mientras que descontaba el crédito. Cuando se detuvo la voz informatizada volvió a hablar.
- Gracias y buen viaje D. Luis y recuerde si desea "algo; sólo tiene que decirlo".
Ya se estaban pasando con lo del deseo .
Colgó la manguera y se montó en el coche . Era lo último, tomaban los datos de la tarjeta de pago para personalizar la despedida ,donde íbamos a llegar.
Realizó un cambio de sentido para emprender la marcha a casa . Miró por el retrovisor viendo como la gasolinera se alejaba más y más . Se sonrió al recordar lo de "Don Luis".
La frente se le perló de sudor frio. Había pagado en efectivo. ¿Cómo podían haber sabido su nombre?....
Continuará..


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