sábado, 24 de enero de 2015

20/01/2015


( Estas letras que a continuación van a leer son sólo y exclusivamente un producto de mi imaginación cualquier coincidencia con la realidad es mera casualidad).
Horchata Caliente)


Correo recibido en la redacción de un periódico de tirada nacional.
Madrid, 20 de enero de 2015.

Hola. Tú no me conoces, pronto lo harás, aunque en realidad eso carece completamente de importancia. El motivo de que estés leyendo estas letras es que has sido escogido como heraldo y difundirás mi mensaje de muerte y caos en vuestra decadente sociedad.

Mi nombre es Abdel Fattâ y soy médico cooperante en la Medía Luna Roja en Sierra Leona. He trabajado durante meses contra la epidemia del virus del ébola. Como estarás empezando a deducir muy pronto disfrutaréis de sus efectos devastadores en vuestros cómodos y "seguros" hogares .

Conseguir una muestra de sangre de un infectado no me fue difícil y tampoco lo fue ocultarla y viajar con ella hasta aquí. Vuestros aeropuertos no buscan un pequeño vial de sangre entre el equipaje de mano. Los escáner discriminan las sustancias por peso atómico, en busca de drogas o explosivos. El control de viajeros fue otra pantomima,  al no presentar ningún signo de enfermedad sólo se limitó a un registro en una base de datos. La primera fase ya estaba completada y vuestro sistema de prevención seguía en la inopia. Había llegado el momento de mi martirio. Alá en su infinita misericordia pronto me acogería.

Hace aproximadamente diez días que me autoinfecté con el virus del ébola y ya han comenzado los síntomas. Mis hermanos de fe me ayudan e intentan hacer que lo que me queda de vida sea lo más agradable posible, aunque la seguridad de que nos espera el paraíso nos da fuerzas para continuar. En mi cuerpo el virus se réplica a gran velocidad. Ahora mi sangre ya ha sido repartida en pequeñas y discretas jeringuillas; con ellas se han infectado durante días y directamente en decenas de vuestros hipermercados innumerables piezas de embutido refrigeradas , que no necesitan ninguna preparación para poder ser ingeridos, evitando así el riesgo de que el patógeno sea destruido, y que ya habrán sido comidas por cientos de infieles que contraerán la enfermedad en pocos días (Alá lo quiera). Los primeros casos no serán descubiertos hasta que sea demasiado tarde. En pleno invierno y con el sistema de salud público colapsado muchos cuadros serán confundidos con procesos gripales. Antes de que las autoridades puedan reaccionar la enfermedad se habrá extendido, sembrando el pánico entre la población, el caos no tardará en llegar.  Los perjuicios económicos serán terribles y los muertos llenaran las calles

Así que no esperen atentados con explosivos o francotiradores. El brazo de Alá es largo y poderoso y aplastará a sus enemigos de todas las formas posibles. No todos nos inomlamos con fuego.

La Yihad continúa y los infieles seréis derrotados. ¡Alá es grande!

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