Al parecer se han cambiado las
tornas y hoy soy yo el que va a escribir (intentar) una líneas sobre un músico.
El músico sobre el que voy a hablar
no es conocido, ni siquiera tiene un disco en el mercado, pero no por ello deja
de ser un grande en lo suyo.
No creo en el destino, ni en ningún
ente sobrehumano que guíe nuestros designios, pero sí creo en las afinidades. En
esas extrañas fuerzas que mi analfabetismo físico me impide poder explicar
mejor, por eso usaré un ejemplo que siempre me ayuda cuando quiero hablar de
esto.
Supongamos que somos unas gotas de
lluvia sobre un cristal, que empiezan a rodar camino del alféizar, pues bien, poco a poco y debido a las fuerzas invisibles
de la física, las dos gotas se van acercando hasta confluir y formar una más
grande. Pues algo parecido debe ocurrir con las personas, es como si pensaran
en la misma frecuencia y cuando se dan las condiciones adecuadas, el momento adecuado…¡¡¡Bang!!!
Salta la chispa. Esa chispa es la “adecuada”
de Bumbury, que hacía que todo ardiera, ésa que arranca los motores, ésa que te
pone en movimiento y ésa es la que este músico me hizo sentir.
Pero las chispas solo sirven para
comenzar la reacción, es el ¡YA! del juez de pista. Luego se necesita un combustible
que te haga funcionar. Cada uno busca su combustible donde puede, un lugar
recurrente donde muchos artistas hayan el suyo es en el Ego y he aquí donde se
diferencian los buenos de los grandes.
Los grandes sólo usan un combustible: La Pasión por el Arte, la Pasión por
la Música, la Pasión por el Rock.
Ese sentimiento, que hace que en
tu alma prenda una semilla, donde jamás se oyó un acorde, donde a los rockeros
los llaman “gente de mala vida”, donde te señalen con el dedo y se crucen de
cera para no topar contigo pasión es que arraigue en ese páramo desolado porque
nada de eso importa. La pasión hace que sigas adelante y que aunque no sepas ni
como cogerla te enamores perdidamente de la Señorita Fernandes* Esa pasión que te obligará a continuar conociéndola,
a quedarte una y otra vez a solas con ella, aislándote del resto del mundo y aún
cuando te sangren los dedos y los tendones te amenacen con romperse seguir y
seguir, pues allí, detrás de esa nota, detrás de ese riff está la felicidad.
Pues sí maestro, queremos y de mayor queremos
tener unas orejas tan humildes como las tuyas.
Gracias por enseñarnos el camino
“La música,es esa amante celosa
que te exige dedicación exclusiva, piénsatelo bien antes de empezar”. Salvador
Aguilera
________________________________________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario