Los latidos del corazón zumbaban
en sus sienes y a pesar del frio de la noche el sudor se le metía en los ojos.
Pero no movería un solo músculo, se quedaría allí, acurrucado intentando
fundirse con el suelo del bosque, suplicando a los dioses que aquellas bestias
no le encontraran.
Era Lucio Licinio Bibula,
princeps de la tercera cohorte de la IX
Hispana. Aunque en realidad ahora,sólo
era un hombre asustado como un conejo acechado por lobos. Habían aparecido de
la nada. El ataquefue rápido, fulminante
y letal. Surgieron del bosque, soterraron el terraplén y la empalizada del
campamento y los masacraron. Aquellos demonios de cara pintada parecían recién
salidos del averno. La mayoría iban desnudos o semi-cubiertos con pieles de
animales sin curtir, blandiendo hachas de piedra y astas de animales que usaban
como puñales con las que arrancaron la vida a cientos de hombres mientras
dormían. Él lo sabía bien pues estaba de guardia en su contubernio junto aAuluo Acúleo cuando atacaron. Si continuaba
con vida era por mero capricho de la diosa Fortuna.
Se movían como sombras, husmeando
el aire. Podía oírlos, no se atrevía a levantar la cabeza pero sabía que
estaban cerca. Asió aún con más fuerza la empuñadura de su gladio. En la huida
había perdido el casco por eso notó el golpe húmedo en la cabeza como si
hubieran golpeado una calabaza. Luego todo fue aún más negro.
Aquello debía ser algún lugar del
Hades porque tenía ante él al mismo Plutón. La figura de una criatura se inclinó
sobre él. Tenía el torso desnudo de un hombre fornido y la cabeza de un gran
ciervo .Pero aquél no era Plutón ni aquello era el inframundo. Estaba tumbado
bocarriba, atado sobre una piedra que pretendía ser una suerte de ara. En el
claro del bosque había más piedra, altas como tres hombres, colocadas a la manera
de columnas que sostuvieran un cielo plomizo que amenazaba con descargar un
diluvio. El hombre ciervo alzó los brazos, en uno de ellos sostenía un gran
cuchillo, pronunciando unas palabras incompresibles, en un idioma desagradable
al oído y brutal en sus formas que recordaba al gruñir de los puercos. Él no podía
girar la cabeza, que también tenía sujeta por la frente al altar con unas tiras
de cuero. Unas manos fuertes le hicieron extender el brazo derecho. Entonces el
cornudo bajo el cuchillo y con la precisión de un carnicero se lo seccionó por
el codo. Era un legionario y estaba acostumbrado al dolor, le habían herido en
varias ocasiones, pero jamás había sentido el dolor que le recorría el cuerpo
en ese momento. Se tensó como la cuerda de un arco, la nuca y los tobillos se
hincaron en la fría losa intentando levantar el cuerpo en un vano esfuerzo de resistencia.
El salvaje alzó la extremidad del legionario recién cercenada y un coro de
voces guturales lo festejó. Bibula aun en el borde de la inconsciencia vio por
el rabillo del ojo como otra de esas bestias se acercaba con una antorcha y le
cauterizaba el muñón. El dolor y el olor a carne quemada fue lo último que
recordó, el olor de su propia carne quemándose.
No fue el primero en llegar.
Aquel caballo también supo encontrar el camino hacia los establos de lo que
quedaba del campamento de la IX Hispana. Los guardias de la porta principalis
sinestra supieron el contenido de su cargamento
mucho antes de tomarlo por las riendas. En un saco de piel de cordero venían los
huesos blanqueados de otro legionario capturado por aquellos salvajes. Mandaban
todos a excepción de las cabezas que las guardaban como trofeos con los que
decoraban los dinteles de sus cabañas. Los primeros sacos con huesos causaron
el efecto esperado y entre la tropa la moral cayó en picado, pero eso tan solo
duró hasta que el rumor se extendió por el campamento, todos los huesos volvían
con extrañas marcas, marcas que no podían ser de otra cosa que no fueran de dientes
humanos. Ahora todos los habitantes del campamento oraban y hacían ofrendas en secreto
a Marte y a sus dioses lares, esperaban con ansia que los mensajeros enviados
por el legado volvieran con la esperada orden: Abandonar Britania.
Quizá por esos caprichos del mal llamado destino, la hermosa rubia de Michigan conoció a un chico alemán, se enamoraron y se fueron a vivir a Alemania, allá por 1990.
Allí empezó a dar conciertos por la zona de Wolfsburgo y Hannover entre otras localidades con una bnada formada alrededor de ella que además tocaba el piano. Sus canciones nacen a partir de un recuerdo, una vivencia personal que ella analiza, selecciona lo que quiere compartir y lo convierte en canción.
Procedente de una familia donde la música era piedra angular en sus raíces y cultura, aprendió solfeo con su abuela y terminó formándose en la escuela. Con una fuerte influencia en el jazz, su estilo compositivo y su forma de cantar, no se limitó a ese estilo, sino que aprendió y agregó otros como el soul, blues, pop y rock.
Tras varios conciertos en locales alemanes, empezó a considerar la necesidad de grabar una maqueta, ya que aumentaba la demanda de un soporte sonoro para satisfacer a los fans que iban en aumento y un buen número de mánagers la querían contratar, pero no tenía una grabación que otrecer, tan sólo, los conciertos en directo.
En una conversación con su banda, el bajista comentó que su hermano tenía un estudio de grabación donde podrían ir a trabajar las canciones y que sería el lugar idóneo para hacer la maqueta...
El hermano del bajista resultó ser Sasha Paeth, músico, compositor y productor alemán especializado en Heavy Metal. Sasha participó en discos como ''Holy Land'' de Angra, After Forever, Lucca Turilly, Aina, Avantasia, Epica, Rhapsody of Fire, Edguy o Shaaman, por citar unos cuantos.
S. Paeth se involucró en la grabación de la maqueta, le gustó la voz de Amanda y le preguntó si querría colaborar en un proyecto que tenía con André Matos (Angra) llamado Virgo y ahí comenzó la exitosa carrera musical que la llevó a ser imprescindible en el metal europeo.
En solitario tiene dos Ep's de los cuales quiero destacar ''Inner Whore'' una canción con tintes pop en las estrofas, pero un marcado acento roquero y bailable en el resto de la canción:
Amanda tiene la voz ''americana'', quiero decir: aunque tiene formación clásica, no es la típica cantante lírica, apenas usa esos recursos, pero sí sabe aprovechar las técnicas. Su ''timbre'', sus registros vocales llevan siempre un marcado acento bluesero, ella se siente más cómoda sacando de su garganta las típcas inflexiones inspiradas por los genios del ''blue note'' y deja ese regusto a soul clásico que tanto me gusta.
El productor la siguió llamando y nacieron proyectos donde ella se implicaba tanto en composición como en arreglos, diseño de conceptos para las portadas, como por ej. en Aina y poco después en unos principiantes Sahara Dust, donde además de componer y participar en las grabaciones, se hizo cargo del entrenamiento vocal de la cantante, Simone Simmons, la bella peliroja. Esta agrupación poco despues pasó a llamarse Epica y en todos los discos, está el sello de Amanda Somerville.
En una gira de Epica, Simmons se puso enferma y Amanda se encargó de todas las voces del repertorio y para mi gusto, quedó casi mejor que con la cantante original, pero esto es una apreciación muy particular mía, no pretendo polemizar, es cuestión de gustos solamente y ahí nadie puede ser objetivo, sólo digo que yo tengo debilidad por Amanda, nada más que eso.
Lo que ella misma define como su bola de nieve particular, siguió rodando y creciendo y Avantasia reclamaron sus servicios, quedando plasmados en el disco ''Scarecrow'' y desde entonces siempre que sus agendas lo permiten, comparten escenario.
Su aparición a partir del minuto 2:30 es mágica, ella sola inunda el escenario con esa cuidada cabellera de oro, movimientos elegantes, pasión y el contrapunto perfecto para Tobias S. por no hablar del feeling que transmite con su voz, esa particular voz, insisto, cargada de ecos ''negros''.
''la buena apariencia física favorece a la persona, pero no creo que eso
lo sea todo en la vida. Desgraciadamente, para la industria musical,
parece ser uno de los factores más importantes. ¡Y lo peor es que tapa
el talento en muchas ocasiones!''
(Amanda Somerville)
Otra colaboración que llevó a cabo, fué con Michael Kiske, cantante original de los maravillosos reyes del power/speed metal Helloween, con el que ha grabado la continuación del exitoso primer disco entre ambos y ahora promocionan el segundo, más heavy, más elaborado que el anterior.
''mis canciones son muy emocionales, porque no creo en componer o interpretar algo que no siento''
(Amanda refiriéndose a su forma de trabajar)
Y llegados a este punto, quiero destacar su proyecto en solitario Trillium. Así se llama la formación compuesta por ex-miembros de bandas como Heaven's Gate y Avantasia, donde Amanda lleva todo el peso y la responsabilidad sobre su espalda, aunque no le falta experiencia ni buenos colaboradores como Jorn Lande o Sander Gorman.
El disco se llama ''Alloy'' y es la válvula de escape de todas las sensaciones que le han ido dejando los problemas que ha superado como cualquier otro ser humano.
Las letras principalmente hablan de los problemas que surjen entre las relaciones humanas. Desde la incomprensión hasta el olvido, la invasión de privacidad, la ansia de las personas por poseer todo de su pareja, almas posesivas y oscuridad de pensamientos.
Por eso, la portada del disco represnta a una Amanda inquietante, de aspecto gótico huyendo de esos fantasmas que la van convirtiendo en metal cada vez que la tocan.
''With the curtains drawn (i hate to say it, but you know that i like it) And the lights turned down (once you say it, ain't no way to deny it) My channel is on, but it don't matter once the urge is gone Been out on a binge Now you know that i've got to purge''
Amanda compone sus canciones al piano, lo que le permite tener otra visión de la música, otras armonías y luego la banda va ''vistiendo'' esas canciones con un look más heavy.
''Creo que hay varios subgéneros de Metal representados aquí, así como
Rock. Elementos de Metal Melódico, Gótico, Doom... ¡Me gusta la
diversidad! Aún así, este es el disco más unidireccional que he lanzado
nunca, estilísticamente hablando.
(A. Somerville hablando sobre Alloy)
Amanda actualmente ha sido madre, lo cual la ha tenido apartada de los escenarios durante unos meses, pero pronto estarán los focos del escenario apuntando hacia ella.
Y para terminar, como he dicho en otras ocasiones: ''todos los buenos acaban juntándose'' y muestra de ello es una colaboración que hizo en un programa de radio poniendo coros a Anneke van Giersvergen (cantante original de The Gathering) en una versión en directo.
Me gusta todo lo que hace Amanda Somerville, pero especialmente ese trabajo de estar en segunda fila limitándose a hacer coros para cualquier artista que se lo pida. Es una garantía a la hora de armonizar voces y poner un extra de calidad sonora y elegancia.
A vista de pájaro, el coche
detenido en medio de la carretera secundaria era como un enorme insecto
acechando a su diminuta presa. Aunque en realidad la situación era justo la
contraria. El ciclista paladeaba penosamente mientras Luis lo miraba paralizado.
Otra vez la alimaña del miedo le subía por la espalda para introducírsele por
los oídos, dispuesta a morder su cerebro. Se sostuvo la mirada observando el
castaño de sus iris. Interrogándose frente al retrovisor, en busca de una explicación,
que calmaran a las infinitas preguntas, hostigadoras de su mente.
-¿Te has perdido?
-¡Cómo! ¿Quién ha dicho eso? Luis
se giró en su asiento, preguntando a los niños. Debería parecer paranoico. Los
chicos se hicieron al lado contrario a su asiento, en un movimiento defensivo.
- ¡¿Quién ha hablado, quién sabe
español?! Gritaba.
Permanecieron en silencio, timoratos,
arrebujados el uno contra el otro.
- Luis mírame, ¿tienes algún
problema?
¿Quién hablaba?. Los niños desde
luego no habían abierto la boca. Debía de estar volviéndose loco, no había
nadie más en el coche. Su cabeza, algo no funcionaba bien dentro de ella. Levantó
ambas manos, agarrándose del pelo en un acto de desesperación y angustia.
- ¡Mírame! Ordenó la voz.
Luis rastreaba, buscando. ¿A quién
tenía que mirar? Sus labios temblaban ligeramente, dejando escapar un pequeño
hilillo de saliva. No era consiente pero había empezado a gimotear como un bebe.
El retrovisor volvió a entrar en
su campo visual y sus ojos se volvieron a contemplarse.
El frio azul le traspaso como un
chuzo helado.
¡Sus ojos! Sí era su cara, pero...pero
esos; esos no eran sus ojos. Eran... No podía ser.
-Luis, no tardes. Recuerda
nuestro trato.
El azul se disolvió con un
destello esmeralda en el topacio de su mirada. Sus ojos volvían a ser los suyos
otra vez.
Las ruedas giraron, derrapando
sobre el asfalto. Arrancando piedrecillas y levantando polvo. La fuerza
centrifuga empujo los tres cuerpos amenazándolos con arrojarlos fuera del automóvil.
Bajo el capo, el motor se desperezaba rugiendo como una bestia que recupera la
libertad. Luis giraba 180° buscando de nuevo la autopista, dejando a tras al
ciclista obeso, a la Puebla de Montefrío y un trozo de cordura. Toda su
determinaciones morales y éticas habían quedado reducidas a cero. En estos
momentos, lo único importante era su misión: llevar estos niños ante Él.
Temblaba y el sudor de sus manos
hacía que el cuero del volante resbalara. El coche desandaba el camino a una
velocidad suicida. Pulsó el botón que conectaba la radio del equipo de Hi-Fi
del vehículo. Esperaba que la compañía de la radio le tranquilizara o terminarían
despeñándose. Preferiría algo más fuerte, pero no había traído ningún disco, ni
siquiera en su Smartphone. Sería mejor una radio-fórmula popera, que nada. El
aparato comenzó a explorar el dial en busca de las emisoras disponibles. Aunque
el terrero era accidentado, su tecnología RDS, no tendría demasiados problemas
para sintonizar alguna. Los segundos pasaban y sorprendentemente no conseguía
enlazar con ninguna frecuencia. Hastiado Luis estaba a punto de apagarla cuando
la música empezó a se, lejana y amortiguada pero ganando poco a poco volumen y
calidad de recepción. Si quererlo, el recuerdo de la noche en que paro en
aquella gasolinera, se abrió paso desde los registros de su memoria. Apretó el botón
de power sin convicción y efectivamente no tuvo efecto. El aparato seguía
funcionando .La estación de radio seleccionada parecía emitir un tema de rock duro.
Sus notas afiladas y rápidas inundaron el habitáculo. El esfínter de su vejiga
se relajo por un segundo y parte del orín que contenía se derramó mojándolo. En
un primer momento, no había logrado reconocerla, pues hacía mucho que no la oía
y porque, debia de ser alguna versión del clásico, que hacía aún más poderosa,
la ya impresionante pieza de Al Di Meola ;"Race with the Devil on a
Spanish Highway".
Que todos tus amigos lleven melena o greñas y tú seas el único con el pelo al 2 de maquinilla y aún así te acepten, no tiene precio.
Esa es una de tantas lecciones de humildad que dá la y vida y soy un afortunado en ese sentido.
En esta ocasión, bien entrado el verano del '86, ya llevaba unos años apareciendo y desapareciendo de mi barrio pero mis colegas estaban acostumbrados y no hacían muchas preguntas. Abrazos, risas, alguna colleja y vámonos de marcha todo el fin de semana.
Pocas veces me divertí más y me reí tanto como cuando nos juntábamos los siete garrulos: el boliche, manolillo, guillermo el loco, el ajo, el popeye, el rober y un servidor.
Fué en uno de estos lunes holgazanes de resaca que quedamos en vernos despues de comer para tomar café en ''el hotelillo'' cuando me llevé (a posteriori) una de las sorpresas más agradables de mi vida...musical...
El Hotelillo es un bar/pensión de mi barrio donde trabajaba nuestro amigo Agustín, hijo del dueño y teníamos allí nuestro headquarter, punto de partida de cualquier fechoría y taller creativo donde solíamos engendrar los planes más boinómanos aún viviendo cerca de la capital, pero el que nace amapolo, pues eso.
Esa tarde llegué allí como siempre, preparao para el ataque al carajillo, pero me encuentro al sexteto de la piedra muy formales. Hummm..qué tramarán estos cabroncetes...me decido a entrar, barro el local con la vista mientras saludo y pido lo mío y al girarme para ver la terraza, me la encuentro con la pandilla de chicas del barrio, tambien muy cursis ellas hablando con otra chica que no me sonaba de nada.
Les pregunto a los compinches que qué está pasando aquí y me contestan que ha llegado esta mañana a casa de una de ellas para un intercambio cultural y se va a quedar seis meses a vivir y a estudiar, como si fuera una más en la familia y en el instituto.
-Y qué hacéis aquí en la barra y no estais con ellas? Ya sé que son las intocables del barrio, pero habrá que decirle hola a la nueva. Os habéis presentao?
-no
-yo no
-yo tampoco
-es que yo sé ingléh pa decirle ná?
-..
-No hace falta saber ingléh para llegar y decir hola:) y creo que si viene a España ya sabrá algo de castellano, supongo.
Tras esta conversación tan ilustrada, le puse jeta a la situación, fuí a la mesa, saludé y le pedí a la anfitriona que me presentara a la nueva.
Era grande, casi tan alta como yo, de hueso recio, pelo rubio desde la raiz hasta la cintura, algo que apenas se veía entonces por estos lares, ojos claros, cara agradable y ese tono de piel rosao tan propio de ellos.
De los americanos, porque esta chica venía de Wisconsin y me gustó que no fuera una estirada de estas que vienen en verano y te miran con superioridad. Al contrario, se mostraba sociable y simpática y eso me agradó tambien.
Me pedí otro café en la mesa y le pregunté que si quería tomar algo más, podría invitarla.
Las otras me trinchaban con la mirada. Por momentos me ví en una parrillada convertido en Salva a la brasa, pero como no me importan esas actitudes, sacaba mi mejor sonrisa socarrona y seguí con la conversación, hasta que bien pasado un cuarto de hora, empezaron a llegar a la mesa el sexteto de la muerte:
-ey
-qué haceis!
-yeeepa!
-rubia, el Reagan está medio chalao, verdad? jajajaj
Impresionante, sublime, inolvidable! Así es como hay que presentarse, con diplomacia y buenas maneras. Exquisitas, me atrevería a decir.
Pasada la toma de contacto, empezamos el fusilamiento verbal, parecíamos del FBI, queríamos saber todo de América, cómo era de grande aquello, el surf...
-hay muchas rubias allí, bonica?
Y así transcurrió la tarde, entre intercambios culturales y conversaciones intelectuales (por nuestra parte, me refiero a los chicos, los 7) dignos de una reunión entre eminencias del '27.
Al día siguiente, haciendo gala de mi caradura inconsciente, salí de casa un poco antes de la cita cafetera y me planté en casa de la susodicha. Os recuerdo que era agosto, las persianas tapaban el fuego que caía del cielo, pero todas las casas estaban abiertas para aprovechar al máximo cualquier ráfaga de aire que pudiera entrar y mientras me daban permiso para poder acceder al interior de la vivienda, pude escuchar una música rock potente, sin llegar a ser Heavy, pero tampoco era Pop, ''fácil'' de oir, se dejaba querer, sonaba ''fresca'', nueva, alegre. Aquello molaba!
De pronto me entusiasmé con lo que estaba escuchando a través de la ventana que había junto a la puerta de entrada y sin pensarlo, levanté la persiana y pregunté que quién eran esos que sonaban.
Tardó unos pocos segundos en contestar, tiempo que me sobró para pensar en las consecuencias de mi acto más que impertinente y sus consecuencias: ya escuchaba los gritos aterradores de las chicas, el revuelo general de la casa, todos los vecinos mirando y ese padre encolerizao saliendo a zancadas del fondo de la casa y cargando la escopeta de cartuchos..
Pero por suerte para mí no fué así, ella demostró una sensatez y una inteligencia muy superior a la mía. Años luz!
Casi flotando se acercó a las rejas de la ventana y susurrando me dijo: salió a la venta el disco el mismo día que salía mi vuelo hacia aquí y como M.C. me dijo una vez por carta que no tenía tocadiscos pero sí cassettes, compré los dos, mis padres tienen el disco en casa y yo me he traído el cassette y lo estoy escuchando ahora por primera vez. Son Bon Jovi y han reventado los charts en mi país con dos singles casi seguidos.
Esto es una buena anécdota!
Al menos para mí, claro. Pero recordado desde mi prisma melómano y como músico, tengo que ensalzar la importancia que tiene el disco por sí sólo y lo relevante que resultó ser en su día, dando paso a una forma de entender la música a ritmo de rock para todas las orejas, canciones con el minutaje adecuado para sonar en emisoras comerciales, con letras optimistas hablando de los típicos amores y desamores, fiesta el sábado noche, etc. y las modas (lo que menos me gustó) que trajo consigo: pelos cardaos que sólo le quedaban bien a Tina Turner o a Coverdale, vaqueros desgarraos como si los hubieran sacao de un basurero, cintitas en los brazos y pañuelitos saliendo del bolsillo trasero. Afortunadamente, las modas son pasajeras y este look se fué digamos adaptando a los nuevos tiempos, aunque hubo infinidad de bandas que se empeñaron en mantener imagen hasta bien entrados los 90's.
Su primer disco me gustó mucho, sobretodo ''runaway''. El segundo no me gustó nada, ni siquiera lo conservo y para el tercero, la discográfica les adjuntó a Desmond Child, un compositor que facturó un buen puñado de hit-singles para Kiss, por ejemplo. Este señor es muy cotizado entre mánagers de bandas, estudios de grabación y discográficas. Literalmente, se lo rifan porque es capaz de escribir canciones ''comerciales'' en el ámbito roquero, con la misma facilidad del que come pipas.
Bajo mi punto de vista, todo fué un acierto en la producción de las canciones. Excepto un par de ellas que me sobran y no debo decir cuales son, porque con la música cada uno tiene sus gustos, el resultado es redondo en su comcepto. Se inicia con una intro de teclados y órgano, digna del mismísimo Jon Lord de Deep Purple que desemboca en un tema potente de rock, guitarras sencillas ocupando su justo espacio y elegantes, una buena base rítmica y le voz medio rasgada de Jon.
Luego vienen ''you give love a bad name'' y ''livin' on a prayer'' con la firma de Mr. Child y culpables de darse a conocer a nivel mundial y vender más de 30 millones sólo de este disco.
Como dato curioso, decir que la portada que se conoce normalmente, fué impuesta por la discográfica, al considerar que la propuesta por ellos, era inadecuada (una modelo espectacular representando el típico sexy car-wash) quedando empresa la gris con el agua y las letras en negro.
En el mercado japonés sí permitieron la publicación del disco con su presentación original. Ironías de la vida.
No voy a compartir las típicas que suenan en todos lados, hay saturación ya, pero sí quiero dejaros una para reivindicar a Richie Sambora, un guitarrista infravalorado, pero que tiene calidad de sobra para ofrecer buenos riffs y solos muy divertidos de disfrutar escuchando y tocando.
Despues de todo lo dicho y lo omitido jejje poco me queda que añadir. Considero que es un buen disco que aguanta el paso del timpo con dignidad y la anécdota personal que permitió escuchar el disco y disfrutarlo para mí es entrañable por los que han pasado estos casi treinta años de mi vida.
Puedo presumir y decir que los amigos los sigo conservando, soy afortunado con tenerlos, aunque mucho me temo que igual cuando lean esto, me van a dar la del pulpo. Ellos me aguantan mis tontás, habrá que compensar de vez en cuando.
Las palabras salieron de sus
labios flotando sobre el aire cálido recién exhalado de sus pulmones, igual que
alfombras mágicas.
Ella solo acertó a sonreír
tímidamente. Luego parpadeo, batiendo los párpadoscomo una mariposa sus alas, los alzó para
mostrarle sus preciosos ojos verde esmeralda en una mirada fija en los suyos de
color topacio.
-Y yo a ti. Contestó y apretó los
puños mientras lo decía, los apretó tanto que se clavó las uñas, rojas y puntiagudas
en las palmas de sus manos hasta que le sangraron. Una solitaria lágrima que no
era de pena brotó.
-Pero no puede ser. Es mejor que
te vayas.
- No me digas eso, me partes el
corazón. ¿Cómo quieres que me vaya? Dímelo. ¿Cómo? Si tú eres mi raíz. Si soy porque
estoy a tu lado. No, no me pidas eso. Porque me es imposible una vez te he
contemplado.
- Lo siento amor mío y no habría
nada más en el mundo que me hiciera feliz que estar a tu lado pero no podemos
estar juntos, no te empeñes pues solo te causaré dolor. Un dolor más intenso
que el de la partida. Un dolor que no se borrará con el tiempo, un dolor que se
te pegará como una segunda piel, que jamás te abandonará. Cada mañana te
despertará y cada noche te llevará a la cama para meterse en tus sueños.
Royéndote como la carcoma, hasta desmenuzarte.
- ¿Qué daño? ¿Qué cosa tan
horrible podrías tú hacerme? No lo entiendo. No comprendo cómo tú, la dueña de
mis latidos, puede causarme ningún mal. Si no es el de la carestía de tu
presencia. ¡Ay!, por qué me pides que me vaya. ¿Por qué me amenazas con
pesadillas? ¿Por qué, dímelo mi amor?
- Nuestro amor no podrá cuajar,
es tierra baldía esta.
Hundió la tempestad de rizos
negros como la noche, en la marejada de su pecho y lloró. Él le mesó los
cabellos mientras notaba como su pecho se encharcaba de sus lágrimas.
- ¿Cuajar? Ah! mi amor. Le separó
su cara de porcelana de su cuerpo y le secó el llanto con el dorso de la mano.
Nuestro amor ya ha cuajado. No temas pues no siempre las más bella flor es
promesa del el fruto más jugoso. ¿Acaso por eso la rosas dejan de ser bellas?
¿Acaso los manzanos dan las flores más hermosas? No mi amor y es por eso, ¡Qué
más bello ha de ser el amor nuestro! Pues no hay nada más puro que el puro amor
que brota cual manantial de la roca para aliviar la sed a cambio de nada. Y este amor
está brotando de nuestras almas igual que esa agua. Ése es el fruto de nuestro
amor, El Amor mismo. La luz con que Dios creó al Hombre.
Ella se separó de su pecho y le
besó con labios rosados, tiernos, dulces como fruta madura. Y por un momento los
dos se fundieron en un solo ser pleno y feliz.
¿Cuántas veces se lo advirtió,
cuántas veces…? Pero él no se fue.
La boca se le llenó de hiel. Los
labios tiernos primero fueron barro y luego se hicieron polvo. Su amada se
deshacía en sus brazos, como si fuera una muñeca de arcilla poco cocida. Y él
sólo podía gritar intentando recoger y juntar los pedazos en un vano intento de
volverla a formar. Ella se deshacía y él se deshacía con ella pero bien sabía
que no. Él solo se despertaría unos instantes después. En esa cama grande y vacía
en la que a veces le gustaba imaginar que notaba aún el calor de su cuerpo, porque
ella se acababa de levantar para ir al baño. Pero ella no estaba, hacia ya demasiado tiempo
que no estaba. En su lecho solo le acompañaba sus gritos, que todas las noches
despertaban a Ana, su asistenta. La mujer vendría a intentar consolarle con
otro calmante; pobre mujer quería apagar su infierno con un cubo de agua de
fingida preocupación y una estúpida pastilla. Él era un viejo decrépito, al
borde de la muerte. Ésa que tanto ansiaba y que tanto se le resistía. Sí, una
muerte que le llevara con ella, sí esa misma muerte que se la robó hace más de
40 años.
El frescor de la hierba mojada, ascendió
desde la planta de sus pies, hasta llegarle a la nuca.
El prado se extendía infinitamente.
Florecillas de colores lo salpicaban aquí y allá rompiendo su monotonía verde.
Aspiró y el aire tibio y fragante que le hizo recordar el aroma del cabello de
su madre.
¿Dónde estaba?. Giró sobre si misma intentando
orientarse.
Relucía. Allí en horizonte estaba
plantada, como una lanza clavaba en la panza del mundo, bajo el arcoíris. Con
sus altas torres y sus capiteles esmeraldas. Contempló la ciudad con asombro,
pues era como las de los cuentos. Donde vivían apuestos príncipes y bellas
princesas como las que decoraban su cama.
Una pequeña brisa le agitó
suavemente el pelo; sintió frio. Volvió a girarse mientras se frotaba los
brazos en busca de calor, viendo a lo lejos, en el cielo, como comenzaban a
formarse nubarrones de color plomo. Parecía que se estaba acercando una
tormenta. Debía buscar cobijo.
Se miró cayendo en la cuenta de
que aun llevaba puesto su pijama de felpa rosa con un conejo blanco en el pecho
y que estaba descalza. Sopesó dirigirse a la ciudad, en realidad, no había ningún
otro sitio a donde ir.
El camino de baldosas amarillas parecía
llevar hasta ella, solo tendría que descender por la ladera pequeña colina en
la que estaba y tomarlo.
El primer goterón la cogió desprevenida
y la sobresaltó un poco, con su golpe húmedo. El trueno llegó después igual que
un cuerno anunciando la batalla. Las nubes habían abierto sus bodegas y
arrojaban sobre el mundo sus obuses líquidos. Sentía los impactos que le
aplastaban el pelo, pegándoselo a la cabeza y como se empapaba el pijama
haciendo que su carrera sobre la piedra amarilla se hiciera lenta y peligrosamente
resbaladiza.
La distancia a la ciudad era
enorme para que ella pudiera cubrirla corriendo. Solo era una niña y su cuerpo
no soportaría el esfuerzo. La fatiga comenzaba a aparecer. Tendría que seguir andando,
después de todo ya no podía estar más mojada. Así, Paula se detuvo un momento
para recobrar el aliento. Se apartó unos mechones de pelo pegados a la cara que
le recordaron a las algas de la playa. En ese momento se imaginó allí, jugando
en la orilla ,con papá y mamá. El llanto llegó igual que una de las olas de su recuerdo,
las piernas se le aflojaron y cayó de rodillas mientras sus lágrimas se
mezclaban con la lluvia.
Algo se acercaba por el camino a
su espalda, con un estruendo que el martilleo de la lluvia, no podía ocultar. Paula
se apartó haciéndose a un lado, fuera lo
que fuera no podía verlo aunque sus pies sí lo pudieran sentir. Precavida, se
agachó en la cuneta intentando ocultarse.
Dos percherones negros tiraban al
trote del carro de madera que crujía amenazando con desguazarse en cualquier
momento. A las riendas iba lo que parecía un hombre con una armadura de hierro
oxidada y mohosa. El yelmo le cubría la cabeza por completo, dejando solo unas
pequeñas rendijas por las que ver y respirar. Observaba desde su escondrijo,
oculta por unas hierbas altas, temblando de frio y calada hasta los huesos.
Pero lo que le hizo temblar de verdad fue ver la carga que transportaba el
carro en su caja. Era una especie de jaula de hierro. Dentro había no menos de
veinte niños y niñas, unos sentados o tumbados, de pie otros. Todos tenían la
mirada perdida en algún punto del horizonte. Algunos sacaban sus manos
intentando recoger unas gotas de lluvia para luego beberla con avidez. Pero la mayoría,
no hacían nada, simplemente aguardaban a su destino .Iban semidesnudos y
mugrientos como si fueran las atracciones de un circo ruinoso y decadente.
Sobre la jaula había otra figura que no podía ver bien desde su posición .El carruaje
la rebasó y comenzó a alejarse siguiendo el camino hacia la ciudad. A medida
que se alejaba el ángulo de visión le permitió observar mejor la figura sobre
la jaula. Era una especie de mono pelirrojo que olisqueaba el aire y mironeaba
a un lado y otro. Sus ojos eran grandes y parecían lucir con un brillo
amarillo. Oteaban desde su posición, escaneando el terreno. El carro pisó un
bache y resaltó con violencia. El mono abrió su boca y dejo ver unos colmillos
blancos y puntiagudos como puñales, emitiendo un aullido aterrador a la vez que
en su espalda se desplegaron unas alas cubiertas de plumas negras como las de
un cuervo. Paula deseó con todas sus fuerzas ser invisible, pero no lo era. Los
brillantes ojos del primate la habían localizado, el aullido no era más que el
anuncio de que iba a cobrar otra pieza. Batió las alas ascendiendo en el aire
para caer sobre su indefensa víctima.