Dócil, el mono comió la golosina
que le ofrecía su amo, después le acaricio la cabeza diciendo:
- Buen chico, buen chico.
El animal satisfecho en señal de
agradecimiento comenzó a saltar y revolotear haciendo piruetas y cabriolas,
dando chillidos de alegría.
- Bueno, bueno, ya está. Anda, ve
a tu sitio y pórtate bien. Recuerda que tenemos invitados.
El tono era amable pero con la
firmeza del que está acostumbrado a que sus ordenes se acaten sin rechistar.
Efectivamente la algarabía cesó .Y la criatura subió mansamente a una especie
de percha junto al trono de su dueño.
Paula contemplaba la escena
sentada en un sillón dorado que tenía pinta de ser muy antiguo y valioso.
Cuando el mono la cogió, pasó
mucho miedo, lloró, gritó y pataleó como no lo había hecho nunca; pero al final
se dio por vencida. La trajo a la ciudad, a la que curiosamente quería llegar.
Unas personas, que tenían la misma mirada que los niños del carro, la
atendieron con amabilidad. Intentó hablar con ellas pero no mediaron palabra.
Simplemente le quitaron el empapado pijama rosa y le pusieron un traje con el
cuerpo en nido de abeja y falda por encima de las rodillas; todo de azul cielo.
El pelo se lo habían secado también lo habían peinado haciéndole una cola que
sujetaron con un gran lazo del mismo color .Se sentía como una muñeca sobre
todo con las calcetas blancas y los zapatitos de charol negro. Desde el primer
momento sintió que estaba en un cuento. Le recordó a una película de dibujos
que había visto pero que en ese momento no recordaba como se titulaba. Cuando
lo vio a Él, lo recordó. Aunque en el cuento que ella había visto el espantapájaros
tenía un papel muy diferente.
El espantapájaros la miró con los
botones que hacían las veces de ojos. Estaban cosidos a la cabeza que en
realidad no era más que un saco sucio y ajado, relleno de paja amarilla. La
boca era un remiendo roto, como una cicatriz abierta en la tela, por la que al
hablar, se le escapaba parte del relleno. No había nariz y tampoco orejas o pelo.
- Vaya. Mirad a quien tenemos aquí.
Las palabras crujían como la estopa seca al pisarse. Si es nuestra amiga Paula.
Sabía que encontrarías el camino pero mentiría si te dijera que pensaba que lo
ibas a hacer tan pronto. Eres una niñita muy especial. Pero eso ya lo sabes tú
, no?. El monigote relleno de paja continuo hablando sin esperar respuesta.
- No pongas esa cara de susto. No
me digas que nunca has visto a un espantapájaros. ¡Ay!, estos niños de ciudad.
Bueno, seguro que tienes preguntas ¿verdad?...Vamos pregunta.
- Señor espantapájaros, yo sólo
quiero ir a mi casa, con mi mamá, nada más. Por favor.
Una lágrima se columpió en las
pestañas de la niña.
- No, no. Eso no es una pregunta.
Eso es una súplica y no es el turno de las suplicas, así que no serán escuchadas.
Dado que no preguntas hablaré yo. Sentenció y unas briznas de paja salieron
disparadas de su boca.
Como ya has deducido estás en el
reino de Oz. Sí ya sé que pensabas que sólo era un cuento y sí en cierta manera
lo es. Es un cuento en el que un impostor se alza como rey. Atribuyéndose
poderes mágicos que no tiene y utiliza a una niñita perdida y a tres habitantes
de su reino para sus propios fines con la promesa de darles algo a sabiendas de
que no podrá. Pues bien yo soy ese espantapájaros en cuestión. Cuando el
impostor fue descubierto nuestro mundo quedo sin gobierno y el caos se apoderó
de él. Sufrimos mucho. Pero entonces yo con mi inteligencia conseguí encauzarlo
y desde entonces lo gobierno.
Entonces se levantó de su
suntuoso trono sobre sus piernas de madera y alzo sus brazos de palo en un éxtasis
triunfal. El mono revoloteo sorprendido y el gran salón donde estaban se inundo
de luz y sonaron trompetas y comenzó a caer confeti y serpentinas. Acto seguido
se derrumbó sobre su asiento y todo volvió a quedar en penumbra. Las ramitas
que eran sus dedos sujetaron el saco de su cabeza que ahora miraba al suelo. El
relleno comenzó a salírsele por la boca y tuvo que mirar hacia arriba para
evitarlo entre gimoteos y suspiros. El espantapájaros estaba...parecía que llorara.
Otra vez miró directamente a Paula y una sonrisa se dibujó en el remiendo del
saco.
- Pero te he encontrado, mi pequeña.
Pensé que no te volvería a ver nunca. A través de los dibujos animados te
busque en tu mundo durante años, alguna vez creí verte; siempre me equivoqué
pero, ahora no. Tú serás mi pequeña Dorothy . Por eso contacté con tu padre,
por eso fuisteis a ver a aquel niño, por eso he estado entrando en ti durante
este tiempo. Para prepararte para este día. Para que vinieras conmigo y juntos gobernemos
Oz. Como debió ser desde el principio.
Paula protestó.
- Pero señor espantapájaros yo no soy ninguna Dorothy. Tiene que haber
alguna confusión. Yo no sé nada de gobernar y nada de Oz sólo la película que
vi en la TV. Por favor déjeme marchar ,por favor...
- No te preocupes ya lo entenderás.
No hay ninguna equivocación. ¡Yo no me equivoco nunca! Ni si quieras lo insinúes,
sólo por eso muchos han perdido la cabeza. Me refiero literalmente...claro.
Jajá. Pero no temas, hoy estamos de enhorabuena, así que ve a tus aposentos y descansa.
Has tenido un día muy ajetreado. Hoy comienza una nueva era en Oz.
Dio el equivalente a una palmada
y aparecieron dos chicas de mirada perdida, llevaban puestas unas túnicas
verdes con dos SS bordadas en el pecho. Tras ellas venia un león. La fiera
caminaba con lentitud y majestuosidad, bamboleando su melena rubia que lo hacía
aun más imponente. Laura recogió sus pies y se hizo un ovillo sobre el sillón,
aterrorizada.
-No temas, dijo el espantapájaros.
No te hará daño, sólo será vuestra escolta y vigilará que no te pase nada.
Tienes que darte cuenta que ahora todo esto te pertenece.
Con resignación y miedo Paula fue
acompañada a sus habitaciones, atravesaron salones y subieron escaleras de
piedra y mármol. Todo era como siempre había imaginado que sería en un castillo
de cuento, la diferencia estribaba en que era mucho más oscuro, más triste.
Los cerrojos del portón de su
alcoba se cerraron convirtiéndola en una celda, recorrió la habitación de
solida piedra. Había un pequeño matacán, con unas ventanitas que más bien parecían
aspilleras, cubiertas de vidrio verde, no había rejas, pero por la cantidad de
escalones que habían subido no creía que fueran necesarias. Con un león
apostado a fuera, en la puerta escapar era una quimera.
Tenía ganas de llorar pero se las
trago estaba cansada de llorar, pensaba en las doncellas que la habían atendido,
empezó a entender el porqué de sus miradas vacuas.
Sin nada más que poder hacer se
echó en la cama. Era una cama de princesas, tenía un colchón mullido y blando
que debía de ser de plumas y un dosel de terciopelo verde esmeralda con dos
grandes eses bordadas en oro, sería emblema del reino porque estaba sobre todo.
Tendida sobre la cama bocarriba lo miraba preguntándose que significaría,
cuando cayó en la cuenta de que no eran dos eses. Ella había presupuesto que
los trazos eran dos formas independientes, pero no; eran un todo. Las líneas onduladas
simbolizaban un camino. Eran un símbolo no dos iniciales.
Ese pequeño descubrimiento la
hizo evadirse por un instante y sonrió.
Con renovadas fuerzas volvió a
explorar sus aposentos. En primer lugar se dirigió a un tocador que había al
lado izquierdo de la cama. Todo el mueble estaba decorado con pan de oro, tenía
incrustaciones de perlas y esmeraldas. Sobre él, había varios frascos de
cristal de roca tallado, que supuso contendrían perfumes y un cepillo para el
pelo con el cuerpo de nácar. Se sentó en la silla dorada y con el asiento del
consabido terciopelo verde y se miró al espejo. Allí estaba, viéndose reflejada,
mirándose con los ojos azules cansados de llorar. En lo que dura un pestañeo creyó
ver como la imagen reflejada temblaba, como si en vez de ser un espejo donde se
estaba mirando fuera en la superficie de un rio. En efecto, la superficie del
espejo había vibrado porque volvió ha hacerlo.
La imagen de Paula se distorsionó
y comenzó a girar desapareciendo en un remolino, como si hubieran quitado el tapón
de una pila y su reflejo se fuera por un desagüe. A medida que su imagen desaparecía
otra nueva surgía. La niña gritó. Era mamá, estaba dormida plácidamente en su habitación,
en casa.
- ¡Mamá , Mamá estoy aquí....mamá
socorro!. El llanto entorpecía la llamada de la niña que hipaba entre reclamo y
reclamo.
Así es como Paula tomó
consciencia de su nueva realidad; su
mente estaba prisionera. Y la única comunicación posible con su mundo era ese
espejo, en el tocador, en su alcoba, en un castillo, en Oz.
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Las dos horas siguientes
estuvieron llenas de preguntas. Algunas se las hizo el doctor directamente a
Paula, otras en cambio estaban en unas fichas, donde tuvo que contestar o bien
rodeando con un circulo o dibujando algo. También le enseñaron algunas
diapositivas y le pusieron fragmentos de música. Respondía o al menos la parte
de ella que estaba allí. Su sensación era la de que su cuerpo y su mente ya no
estaban en intima conexión; sino que era como manejar un títere, que hace todo
lo que le ordenas e incluso puede emocionar a un espectador con su actuación aparentando
que posee vida. Pero que en verdad no deja de ser un pedazo de madera, dirigido
por la persona, que esta oculta tras un decorado. Pues bien pensado, ésa era la
situación de la niña. Paula era la marioneta de Paula.
Laura no estuvo presente todo el
tiempo, según le dijo el doctor, su presencia directa podía condicionar las
respuestas de su hija y se retiró durante alguna fase del estudio a una pequeña
sala de espera contigua a la consulta.
En ese lapso de tiempo donde
esperó a que terminaran las pruebas, Laura intentó contactar con su marido. Pero
su teléfono seguía apagado o fuera de cobertura. No sabía cuándo iba a
regresar; simplemente le dijo que se levantaría temprano porque tenía que salir
y que posiblemente estaría fuera todo el día, poco más.
Tenía una mezcla de sensaciones;
no sabía si enfadarse con Luis o agradecerle que no estuviera disponible. El
problema de Paula parecía que había actuado de aglutinante de su relación,
pero... ¿Era eso lo que ella realmente quería? Realmente para qué le llamaba,
para decirle que Paula había tenido otra crisis y que había decidido llevar a
la niña al médico. ¿Era su bendición lo que buscaba? o sólo le llamaba para
informarle del estado de su hija. La cual, por cierto, no debía preocuparle, lo
más mínimo, cuando no había hecho ni una sola llamada en todo el día. O a lo
mejor estaba siendo demasiado dura con él y no habría podido. Su sentimientos hacia
su marido eran un completo caos ¿ Por qué era todo tan complicado?
Afortunadamente la puerta se abrió. Era el doctor Jovellanos que ya había
acabado el examen a Paula. De inmediato supo que algo no iba bien.
-No sé cómo ha ocurrido, pero su
hija es otra niña completamente distinta a la que vi en el hospital hace tan solo
unos días. Se han operados cambios muy importantes en ella y creo que esta somatizándolo
de alguna forma.
Laura se mordió otra vez los
labios y se esforzó por no volver a llorar, casi no lo consiguió pero al final
sus lágrimas no volvieron a rodar por sus mejillas.
-Doctor, ¿a qué tipo de cambios
se refiere...?
El hombre se demoró unos
instantes como si buscara las palabras más apropiadas o menos crueles para
exponer el tema.
- Podríamos decir que Laura
parece estar en stand by , es como si su actividad cerebral se hubiera reducido
a las funciones estrictamente necesarias para la vida, eliminando o reduciendo prácticamente
a cero todos los procesos relacionados con el pensamiento abstracto y procesos
cerebrales superiores. Por explicárselo con términos coloquiales; ahora mismo
en la mente de su hija ha habido involución a casi a como cuando era poco más
que un bebé.
-Pero doctor qué me quiere decir
que Paula ha sufrido un retraso mental repentino.
- Algo así, parece ser que algo psíquico
atenaza la mente de Paula; limitándola; de la misma manera que si le hubieran
puesto una mordaza mental. La verdad todo esto es muy extraño y de momento son
sólo conjeturas. Habría que hacer un estudio completo neurológico para poder
hablar con más seguridad pero eso lamentablemente excede de mis posibilidades .
Lo siento, de verdad. El doctor estiró el brazo para que su mano cayera sobre
las de la madre que le miraba con la impotencia pintada en la cara.
La mujer aguantó el tipo durante
unos segundos tras los cuales acabó derrumbándose. Apartó las manos usándolas
para ocultarse el rostro y amortiguar el sonido de su llanto y de sus balbuceos
que se retroalimentaban en su propio dolor . En una serie que parecía infinita
tanto en su duración, como en su crueldad.
- Han sido ellos ...ellos le han
....metido algo a mi...niñita..Ay..Mi ..Ellos..
El doctor se levantó de su sillón
consternado. Se acercó a Laura para ofrecerle el consuelo que da el contacto físico
y una palabras bienintencionadas, realmente se compadecía de ellas.
- Sea fuerte Laura. De momento
son sólo conjeturas hay que seguir explorando . No hay que decaer, si no buscar
una solución. Precisamente yo tengo un amigo que nos podría ayudar. No desfallezca,
ya verá como todo sale bien.
Al otro lado de la sala Paula seguía
absorta, con su expresión bobalicona, en la pantalla en la que una película de animación
desarrollaba su trama. La saliva se iba acumulando gota a gota en su cavidad bucal,
hasta desbordarse por su comisura derecha cayendo en un espagueti largo y
viscoso.
Continuará….
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