domingo, 11 de octubre de 2015

AZUL #20




 

Dócil, el mono comió la golosina que le ofrecía su amo, después le acaricio la cabeza diciendo:
- Buen chico, buen chico.
El animal satisfecho en señal de agradecimiento comenzó a saltar y revolotear haciendo piruetas y cabriolas, dando chillidos de alegría.
- Bueno, bueno, ya está. Anda, ve a tu sitio y pórtate bien. Recuerda que tenemos invitados.
El tono era amable pero con la firmeza del que está acostumbrado a que sus ordenes se acaten sin rechistar. Efectivamente la algarabía cesó .Y la criatura subió mansamente a una especie de percha junto al trono de su dueño.
Paula contemplaba la escena sentada en un sillón dorado que tenía pinta de ser muy antiguo y valioso.
Cuando el mono la cogió, pasó mucho miedo, lloró, gritó y pataleó como no lo había hecho nunca; pero al final se dio por vencida. La trajo a la ciudad, a la que curiosamente quería llegar. Unas personas, que tenían la misma mirada que los niños del carro, la atendieron con amabilidad. Intentó hablar con ellas pero no mediaron palabra. Simplemente le quitaron el empapado pijama rosa y le pusieron un traje con el cuerpo en nido de abeja y falda por encima de las rodillas; todo de azul cielo. El pelo se lo habían secado también lo habían peinado haciéndole una cola que sujetaron con un gran lazo del mismo color .Se sentía como una muñeca sobre todo con las calcetas blancas y los zapatitos de charol negro. Desde el primer momento sintió que estaba en un cuento. Le recordó a una película de dibujos que había visto pero que en ese momento no recordaba como se titulaba. Cuando lo vio a Él, lo recordó. Aunque en el cuento que ella había visto el espantapájaros tenía un papel muy diferente.

El espantapájaros la miró con los botones que hacían las veces de ojos. Estaban cosidos a la cabeza que en realidad no era más que un saco sucio y ajado, relleno de paja amarilla. La boca era un remiendo roto, como una cicatriz abierta en la tela, por la que al hablar, se le escapaba parte del relleno. No había nariz y tampoco orejas o pelo.

- Vaya. Mirad a quien tenemos aquí. Las palabras crujían como la estopa seca al pisarse. Si es nuestra amiga Paula. Sabía que encontrarías el camino pero mentiría si te dijera que pensaba que lo ibas a hacer tan pronto. Eres una niñita muy especial. Pero eso ya lo sabes tú , no?. El monigote relleno de paja continuo hablando sin esperar respuesta.
- No pongas esa cara de susto. No me digas que nunca has visto a un espantapájaros. ¡Ay!, estos niños de ciudad. Bueno, seguro que tienes preguntas ¿verdad?...Vamos pregunta.
- Señor espantapájaros, yo sólo quiero ir a mi casa, con mi mamá, nada más. Por favor.
Una lágrima se columpió en las pestañas de la niña.
- No, no. Eso no es una pregunta. Eso es una súplica y no es el turno de las suplicas, así que no serán escuchadas. Dado que no preguntas hablaré yo. Sentenció y unas briznas de paja salieron disparadas de su boca.
Como ya has deducido estás en el reino de Oz. Sí ya sé que pensabas que sólo era un cuento y sí en cierta manera lo es. Es un cuento en el que un impostor se alza como rey. Atribuyéndose poderes mágicos que no tiene y utiliza a una niñita perdida y a tres habitantes de su reino para sus propios fines con la promesa de darles algo a sabiendas de que no podrá. Pues bien yo soy ese espantapájaros en cuestión. Cuando el impostor fue descubierto nuestro mundo quedo sin gobierno y el caos se apoderó de él. Sufrimos mucho. Pero entonces yo con mi inteligencia conseguí encauzarlo y desde entonces lo gobierno.

Entonces se levantó de su suntuoso trono sobre sus piernas de madera y alzo sus brazos de palo en un éxtasis triunfal. El mono revoloteo sorprendido y el gran salón donde estaban se inundo de luz y sonaron trompetas y comenzó a caer confeti y serpentinas. Acto seguido se derrumbó sobre su asiento y todo volvió a quedar en penumbra. Las ramitas que eran sus dedos sujetaron el saco de su cabeza que ahora miraba al suelo. El relleno comenzó a salírsele por la boca y tuvo que mirar hacia arriba para evitarlo entre gimoteos y suspiros. El espantapájaros estaba...parecía que llorara. Otra vez miró directamente a Paula y una sonrisa se dibujó en el remiendo del saco.

- Pero te he encontrado, mi pequeña. Pensé que no te volvería a ver nunca. A través de los dibujos animados te busque en tu mundo durante años, alguna vez creí verte; siempre me equivoqué pero, ahora no. Tú serás mi pequeña Dorothy . Por eso contacté con tu padre, por eso fuisteis a ver a aquel niño, por eso he estado entrando en ti durante este tiempo. Para prepararte para este día. Para que vinieras conmigo y juntos gobernemos Oz. Como debió ser desde el principio.

Paula protestó.
- Pero señor espantapájaros  yo no soy ninguna Dorothy. Tiene que haber alguna confusión. Yo no sé nada de gobernar y nada de Oz sólo la película que vi en la TV. Por favor déjeme marchar ,por favor...

- No te preocupes ya lo entenderás. No hay ninguna equivocación. ¡Yo no me equivoco nunca! Ni si quieras lo insinúes, sólo por eso muchos han perdido la cabeza. Me refiero literalmente...claro. Jajá. Pero no temas, hoy estamos de enhorabuena, así que ve a tus aposentos y descansa. Has tenido un día muy ajetreado. Hoy comienza una nueva era en Oz.

Dio el equivalente a una palmada y aparecieron dos chicas de mirada perdida, llevaban puestas unas túnicas verdes con dos SS bordadas en el pecho. Tras ellas venia un león. La fiera caminaba con lentitud y majestuosidad, bamboleando su melena rubia que lo hacía aun más imponente. Laura recogió sus pies y se hizo un ovillo sobre el sillón, aterrorizada.

-No temas, dijo el espantapájaros. No te hará daño, sólo será vuestra escolta y vigilará que no te pase nada. Tienes que darte cuenta que ahora todo esto te pertenece.

Con resignación y miedo Paula fue acompañada a sus habitaciones, atravesaron salones y subieron escaleras de piedra y mármol. Todo era como siempre había imaginado que sería en un castillo de cuento, la diferencia estribaba en que era mucho más oscuro, más triste.

Los cerrojos del portón de su alcoba se cerraron convirtiéndola en una celda, recorrió la habitación de solida piedra. Había un pequeño matacán, con unas ventanitas que más bien parecían aspilleras, cubiertas de vidrio verde, no había rejas, pero por la cantidad de escalones que habían subido no creía que fueran necesarias. Con un león apostado a fuera, en la puerta escapar era una quimera.
Tenía ganas de llorar pero se las trago estaba cansada de llorar, pensaba en las doncellas que la habían atendido, empezó a entender el porqué de sus miradas vacuas.
Sin nada más que poder hacer se echó en la cama. Era una cama de princesas, tenía un colchón mullido y blando que debía de ser de plumas y un dosel de terciopelo verde esmeralda con dos grandes eses bordadas en oro, sería emblema del reino porque estaba sobre todo. Tendida sobre la cama bocarriba lo miraba preguntándose que significaría, cuando cayó en la cuenta de que no eran dos eses. Ella había presupuesto que los trazos eran dos formas independientes, pero no; eran un todo. Las líneas onduladas simbolizaban un camino. Eran un símbolo no dos iniciales.
Ese pequeño descubrimiento la hizo evadirse por un instante y sonrió.
Con renovadas fuerzas volvió a explorar sus aposentos. En primer lugar se dirigió a un tocador que había al lado izquierdo de la cama. Todo el mueble estaba decorado con pan de oro, tenía incrustaciones de perlas y esmeraldas. Sobre él, había varios frascos de cristal de roca tallado, que supuso contendrían perfumes y un cepillo para el pelo con el cuerpo de nácar. Se sentó en la silla dorada y con el asiento del consabido terciopelo verde y se miró al espejo. Allí estaba, viéndose reflejada, mirándose con los ojos azules cansados de llorar. En lo que dura un pestañeo creyó ver como la imagen reflejada temblaba, como si en vez de ser un espejo donde se estaba mirando fuera en la superficie de un rio. En efecto, la superficie del espejo había vibrado porque volvió ha hacerlo.
La imagen de Paula se distorsionó y comenzó a girar desapareciendo en un remolino, como si hubieran quitado el tapón de una pila y su reflejo se fuera por un desagüe. A medida que su imagen desaparecía otra nueva surgía. La niña gritó. Era mamá, estaba dormida plácidamente en su habitación, en casa.
- ¡Mamá , Mamá estoy aquí....mamá socorro!. El llanto entorpecía la llamada de la niña que hipaba entre reclamo y reclamo.

Así es como Paula tomó consciencia de su nueva realidad;  su mente estaba prisionera. Y la única comunicación posible con su mundo era ese espejo, en el tocador, en su alcoba, en un castillo, en Oz.
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Las dos horas siguientes estuvieron llenas de preguntas. Algunas se las hizo el doctor directamente a Paula, otras en cambio estaban en unas fichas, donde tuvo que contestar o bien rodeando con un circulo o dibujando algo. También le enseñaron algunas diapositivas y le pusieron fragmentos de música. Respondía o al menos la parte de ella que estaba allí. Su sensación era la de que su cuerpo y su mente ya no estaban en intima conexión; sino que era como manejar un títere, que hace todo lo que le ordenas e incluso puede emocionar a un espectador con su actuación aparentando que posee vida. Pero que en verdad no deja de ser un pedazo de madera, dirigido por la persona, que esta oculta tras un decorado. Pues bien pensado, ésa era la situación de la niña. Paula era la marioneta de Paula.

Laura no estuvo presente todo el tiempo, según le dijo el doctor, su presencia directa podía condicionar las respuestas de su hija y se retiró durante alguna fase del estudio a una pequeña sala de espera contigua a la consulta.
En ese lapso de tiempo donde esperó a que terminaran las pruebas, Laura intentó contactar con su marido. Pero su teléfono seguía apagado o fuera de cobertura. No sabía cuándo iba a regresar; simplemente le dijo que se levantaría temprano porque tenía que salir y que posiblemente estaría fuera todo el día, poco más.
Tenía una mezcla de sensaciones; no sabía si enfadarse con Luis o agradecerle que no estuviera disponible. El problema de Paula parecía que había actuado de aglutinante de su relación, pero... ¿Era eso lo que ella realmente quería? Realmente para qué le llamaba, para decirle que Paula había tenido otra crisis y que había decidido llevar a la niña al médico. ¿Era su bendición lo que buscaba? o sólo le llamaba para informarle del estado de su hija. La cual, por cierto, no debía preocuparle, lo más mínimo, cuando no había hecho ni una sola llamada en todo el día. O a lo mejor estaba siendo demasiado dura con él y no habría podido. Su sentimientos hacia su marido eran un completo caos ¿ Por qué era todo tan complicado? Afortunadamente la puerta se abrió. Era el doctor Jovellanos que ya había acabado el examen a Paula. De inmediato supo que algo no iba bien.

-No sé cómo ha ocurrido, pero su hija es otra niña completamente distinta a la que vi en el hospital hace tan solo unos días. Se han operados cambios muy importantes en ella y creo que esta somatizándolo de alguna forma.

Laura se mordió otra vez los labios y se esforzó por no volver a llorar, casi no lo consiguió pero al final sus lágrimas no volvieron a rodar por sus mejillas.
-Doctor, ¿a qué tipo de cambios se refiere...?
El hombre se demoró unos instantes como si buscara las palabras más apropiadas o menos crueles para exponer el tema.
- Podríamos decir que Laura parece estar en stand by , es como si su actividad cerebral se hubiera reducido a las funciones estrictamente necesarias para la vida, eliminando o reduciendo prácticamente a cero todos los procesos relacionados con el pensamiento abstracto y procesos cerebrales superiores. Por explicárselo con términos coloquiales; ahora mismo en la mente de su hija ha habido involución a casi a como cuando era poco más que un bebé.

-Pero doctor qué me quiere decir que Paula ha sufrido un retraso mental repentino.
- Algo así, parece ser que algo psíquico atenaza la mente de Paula; limitándola; de la misma manera que si le hubieran puesto una mordaza mental. La verdad todo esto es muy extraño y de momento son sólo conjeturas. Habría que hacer un estudio completo neurológico para poder hablar con más seguridad pero eso lamentablemente excede de mis posibilidades . Lo siento, de verdad. El doctor estiró el brazo para que su mano cayera sobre las de la madre que le miraba con la impotencia pintada en la cara.
La mujer aguantó el tipo durante unos segundos tras los cuales acabó derrumbándose. Apartó las manos usándolas para ocultarse el rostro y amortiguar el sonido de su llanto y de sus balbuceos que se retroalimentaban en su propio dolor . En una serie que parecía infinita tanto en su duración, como en su crueldad.
- Han sido ellos ...ellos le han ....metido algo a mi...niñita..Ay..Mi ..Ellos..

El doctor se levantó de su sillón consternado. Se acercó a Laura para ofrecerle el consuelo que da el contacto físico y una palabras bienintencionadas, realmente se compadecía de ellas.
- Sea fuerte Laura. De momento son sólo conjeturas hay que seguir explorando . No hay que decaer, si no buscar una solución. Precisamente yo tengo un amigo que nos podría ayudar. No desfallezca, ya verá como todo sale bien.

Al otro lado de la sala Paula seguía absorta, con su expresión bobalicona, en la pantalla en la que una película de animación desarrollaba su trama. La saliva se iba acumulando gota a gota en su cavidad bucal, hasta desbordarse por su comisura derecha cayendo en un espagueti largo y viscoso.

Continuará….





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