domingo, 18 de octubre de 2015

Golpes en la cama y niños muertos. Especial Halloween


31 de Octubre de 2015

Halloween

Cumpliendo nuestra promesa de compartir unos terroríficos relatos desde este blog, hemos unificado las fuerzas de nuevo y tras el armageddon de historias y acompañamiento musical resultante, os dejamos con este post.
Todo muy especial y en consonancia con la festividad a celebrar.

Hemos leído y tenido muy en cuenta vuestras sugerencias y aprovechamos para agradeceros una vez más vuestra implicación.

Aquí tenéis dos relatos, dos confesiones sacadas de las tripas de nuestra mente y al final hay de regalo extra, varios enlaces con cuentos afines de otros autores.


@Salva_A_Hdez y @hothorchata
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Pulsa el play de you-tube y empieza a leer, pero piénsalo muy bien antes de hacerlo.





No poder dormir crea alucinaciones.
La falta de sueño crea monstruos y el sentimiento de culpa los alimenta.

Había perdido la cuenta de las veces que sentía golpear los pies de la cama en el preciso momento en que iba a quedarse dormido. ''Eran varios golpes seguidos y breves. Con insistencia.
Era como si alguien le dijera: eh, que estoy aquí'', he venido a recordarte que estás en deuda conmigo.
Y así finalizaba el fenómeno extraño que le estaba costando la salud.
Eran unos pocos segundos, nada más. Los suficientes para arruinar unas imprescindibles horas de sueño a su maltrecho sistema nervioso.
Los instantes que seguían a continuación ya habían conseguido sacarle todas las reacciones posibles. Desde pánico paralizante a ira descontrolada, a levantarse de la cama a oscuras, gritar ''déjame en paz, qué quieres de mí!!''
El cuadro paranoico que se divertía jugando con él le había llevado a poner un cable de alargadera entre la mesita de noche y su cama. Se acostaba con el interruptor agarrado en la mano debajo de la almohada y los pies levemente doblados. Le aterrorizaba pensar en que el visitante pudiera tocarle..

A la mañana siguiente y tras haber pasado una de las noches más amargas de su vida, aún estando en su casa, caminó los pocos pasos que le separaban del baño, dejó que el agua tibia masajeara su cuerpo, se secó, se vistió con su ropa habitual y fué a la cocina para hacerse un café.
Se encontraba fatal. El cuerpo le dolía como si hubiera tenido un combate de kick-boxing y desde luego la brillante idea de mezclar bourbon, barbitúricos y somníferos desde la tarde anterior habían servido de muy poco, pero unos meses sin dormir apenas cuatro horas al día, pueden hacer enloquecer al más templado.

-deberías ir al cementerio y hacerle una visita, rezarle algo. Dijo la madre, una septuagenaria marcada por la vida en cada gesto de su cara. De mirada triste, pero penetrante y con la mesura experta en el tono de voz de quien le habla al hijo problemático que tanto ama y por el que está envejeciendo más rápido de lo que sería justo hacerlo.
-ya no sé lo que voy a hacer. creerás que estoy loco y a lo mejor lo estoy
-tengo una oraciones guardadas de la abuela, llévatelas y las lees allí y esta noche al acostarte, vuélvelas a leer
-no quiero oraciones, madre, no quiero llevar esto por el camino que me indicais todos. ni tú, ni lo que sea eso que golpea la cama. cierto es que cuando murió estaba lejos de aquí y que descansa en el cementerio del pueblo, pero no me veo con ánimo de ir
-las almas son muy delicadas y la suya no descansa, te está llamando. algo quiere..

El café se había enfriado entre frases, miradas perdidas y silencios que lo hablaban todo, pero poco importaba la temperatura del excitante.
Desde aquél maldito día en que llegó a casa a mediodía para comer y se enteró por televisión del luctuoso incidente, velatorio y posterior entierro de su amigo, su vida había dado un vuelco de forma paulatina y devastadora. No aceptaba la situación, se torturaba continuamente buscando un por qué de aquello que le había tocado tan de cerca. Los días siguientes al entierro, fueron un via crucis para él y el hecho de tener en la misma calle donde vivía a los padres de su amigo, no hacía sino que empeorar las cosas.

Dos meses después de darle cristiana sepultura, perdió el empleo que tenía de lunes a viernes. Ausencias constantes injustificadas, lagunas de memoria, llegar tarde y borracho, violencia y reacciones paranoicas con los compañeros, faltas de respeto y actitud desafiante hacia los superiores y una dejadez absoluta en su funciones y en su higiene personal le llevaron directamente a la mutua laboral y su consiguiente despido.

Por una vez y en mucho tiempo haría caso al desesperado consejo materno. No tenía nada que perder y necesitaba como respirar retomar las riendas de su vida y redomar el corcel que llevaba dentro.
Se vistió con la misma ropa que solía usar cuando salía de copas con su amigo: pantalón vaquero con correa de piel curtida y hevilla de All Star Motors. Cazadora de cuero negro, camiseta de Led Zeppelin y botas camperas negras.
Al disponerse a salir vió un papel doblado sobre el mueble de caoba y mármol que decoraba la entrada de la casa. No necesitó abrirlo para saber su contenido. Sabía quien lo había dejado allí. Lo dobló con cuidado de no estropearlo y lo guardó en el bolsillo interno de su cazadora. Cerca del corazón..

Salió del cementerio tres horas más tarde entre liberado e inquieto por esas oraciones escritas por aquella mano anciana que casi no sabía escribir su nombre, pero aquellos párrafos estaban muy bien detallados: líbranos señor de las ánimas benditas.......         acoje en tu seno a éste pecador....
....hágase tu luz entre la niebla de este valle...
No fué capaz de terminar las omilías escritas en el papel. Aún siendo de día, el hecho de estar de pie frente a la lápida, le estaba haciendo sentir auténtico miedo. No quería despertar a ningún tipo de energía y a mitad de la lectura, guardó la hoja, rezó lo que podía recordar de cuando su madre le enseñó siendo niño y habló con su amigo en silencio. En perfecta telepatía espiritual.
De camino a casa había tres bares. Conocía a todos los que se encontraban dentro, dueños y clientes, vecinos y amigos, pero algo en su interior le hizo pasar de largo. Hoy no iba a beber nada, aunque le costara sudores. Quería llegar a la noche en plenitud de facultades mentales.
Esos golpes en la cama tenían que acabarse como fuera...
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-...y dice Vd. que se podría hacer cargo esta misma noche del servicio? le preguntó el jefe de la empresa de seguridad, mientras se mesuraba la barba canosa y le miraba fijamente por encima de las gafas de pasta color caramelo.
-sí señor estoy dispuesto a incorporarme ahora mismo, tengo ganas de empezar a trabajar ya. no me importa que sea en un edificio de un organismo público..
-supongo que estará al corriente de lo que dicen del lugar, esta ciudad es pequeña y todo sale a la luz
-estoy preparado, me siento con fuerzas suficientes para empezar y no me importa trabajar solo. no sería la primera vez
-tiene quince días de prueba durante los cuales tanto la empresa como el cliente pueden rescindir su relación laboral. lo entiende?
-perfectamente.

Eran las 20:00 de una fría noche de invierno. El cielo estaba despejado y se podían contemplar las constelaciones, pero esa no era la función que debía desarrollar allí. A esa hora, ya habían terminado su jornada los funcionarios del edificio a custodiar, aunque las órdenes de puesto eran claras: permanecer en el recinto cerrado del parking sin perder de vista tanto el acceso al mismo como al edificio y hacer tres rondas generales de inspección cada noche.
El edificio era entero blanco, de estructura y ventanales rectangulares no muy alto, tres plantas sin ascensor, veinte oficinas por planta y un pasillo largo en cada una de ellas. El silencio plomizo y los claroscuros que se filtraban por los tragaluces daban un aspecto fantasmagórico al lugar, algo a lo que él estaba sensibilizado, pero de ninguna de las maneras estaba dispuesto a permitir que sus propios fantasmas le acompañaran al lugar del trabajo.


Hora y media de la primera inspección completa, salió del edificio con una leve incomodidad
-será la falta de costumbre. ya me iré haciendo a esto. pensó mientras posicionaba el vehículo en un lugar estratégico: en la esquina techada del parking, frente a la entrada al edificio y a la izquierda de la entrada a dicho apacarcamiento, con la parte trasera pegada al muro que rodeaba el recinto. Nada a sus espaldas y todo el inmueble a la vista.

En la radio del patrulla emitía el programa Espacio en Blanco de RNE,
-soy masoquista, aquí trabajando solo, con una linterna, un revólver y una emisora de onda corta para comunicar con la base y pongo este programa que habla de espiritismo, profanación de tumbas, viajes astrales y posesiones satánicas.
A mitad de progama, sintió hambre. Sacó de la mochila un bocadillo envuelto en papel de aluminio y un refresco gaseoso. Sonaron los pitos de la radio marcando la hora en punto que preceden al parte de noticias.
Estaba sentado en el asiento del piloto, cuando el coche se movió como si soltaran el embrague de golpe.


''Eran varios golpes seguidos y breves. Con insistencia.
Era como si alguien le dijera: eh, que estoy aquí...''


Feliz noche de Halloween si sobrevivís!!

@Salva_A_Hdez





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Este es mi cuento para esta noche, un cuento que os hará tener más cuidado con quien atropelláis.
Feliz Halloween y como dice la cacnción "precaución amigo conductor..."





“Ver morir a alguien nunca es fácil, sobre todo cuando esa vida se malogra anticipadamente y mucho menos cuando esa vida la has segado tú. El recuerdo de aquel niño tumbado en la carretera, en medio de un charco de su propia sangre me ha acompañado toda la vida, cada mañana ha sido mi primer pensamiento y también ha sido el último antes de cerrar los ojos e intentar dormir. Dormir es una palabra hueca para mí, sin significado, no recuerdo lo que es dormir. Sí, me meto en la cama y cierro los ojos pero no duermo, o al menos no duermo como el resto del mundo. Mis sueños son spoilers del futuro infierno que me espera. Ni los somníferos, ni los psicólogos han conseguido sacar a ese niño muerto de mi cabeza. Lo sigo viendo, con su jersey de ochos teñido de rojo sangre, desparramado por el asfalto, mirándome con su carita sucia. Tan quieto, tan falto de humanidad que más pareciera un muñeco roto, un juguete de otro niño que se hubiera perdido, caído en la carretera, y que los coches hubieran atropellado. Pero no habían sido los coches, y no era un muñeco, había sido un niño de verdad y había sido yo…había sido mi coche…yo había matado a ese pobre niño...yo lo atropellaba cada noche”.
Cerró las tapas del cuaderno con cuidado y lo dejó sobre la mesita, casi como si fuera algo antiguo y sagrado. En cierta manera lo era, lo sabía bien, él lo había escrito hacía años, muchos años.
Laura estaba llorando otra vez, y tenía que ir, seguramente tendría hambre. Era un bebé y él su padre anciano de 82 años al que los pocos metros que le separaban de su cuna se le antojaban kilómetros.
“¡Yo te maldigo a ti y a tu simiente, yo te maldigo, has matado a mi hijo y yo te maldigo! “ ¡Pudrirá los vientres y sus frutos no crecerán!”
Recordaba las palabras como si acabara de escucharlas. La gitana se las escupió a la cara mientras la policía intentaba reducirla. Había sido un accidente, mala suerte; pero no la culpaba, jamás lo había hecho. En un principio no les di importancia, aquellas palabras solo eran fruto de la rabia y la desesperación. Zumbaron como moscas en mis oídos durante unas semanas, pero era joven e ignorante y me obligué a olvidarlas, a guardarlas en algún rincón oscuro y secreto de mi mente; claro que en aquellos años ni siquiera conocía a mi amada Eva.
Un lunar oscuro apareció en la sábana de la cuna de Laura, luego otro. No se había dado cuenta, pero estaba llorando otra vez.  La había colocado de lado y la había arropado con ternura y como siempre, se quedó mirándola hasta que se quedaba dormida,  apoyado en la barandilla de la cuna. ¡Qué bonita era, era la niña más bonita del mundo! Siempre lo había sido. Ojala Eva hubiera podido contemplarla, aunque hubiera sido una sola vez. Sorbió los mocos y secó sus lágrimas con un pañuelo que hizo aparecer de un bolsillo del batín, y comenzó a canturrear una cancioncilla en voz baja, casi un susurro apenas sin despegar los labios. Era una canción que le había cantado muchas veces, exactamente 55 veces. Cumpleaños Feliz.

FIN

@Hothorchata




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