domingo, 29 de noviembre de 2015

El Bisturí y la Guadaña




Un cirujano es una extraña mezcla entre un mecánico y un carnicero. Al menos él siempre se definía así. El doctor Garrido era un tipo peculiar, constantemente gastaba bromas a todos, ya fueran colegas o pacientes, al final de una u otra forma, siempre terminaba arrancándome una sonrisa, por muy dura que fuera la situación. “Sólo somos monos que aprendimos a hablar” repetía, “no dejemos de hacer mónadas” apostillaba luego.

Pero claro está, no a todo el mundo le gustaba que fuera tan jovial, algunos pacientes se resistían a ponerse en las manos de aquel “payaso con bisturí” como alguna vez le habían llamado. ¿Cómo podía ser un cirujano tan frívolo?, bromear cuando un paciente se encuentra entre la vida y la muerte. No, había pacientes pero sobretodo familiares de pacientes que no querían risas, sólo caras largas y tecnicismos incomprensibles que dieran aún más gravedad a sus cuadros clínicos.

También tenía detractores entre sus compañeros. La medicina y concretamente la cirugía era una materia demasiado sensible, y era necesaria la formalidad, la distancia, no en vano había estado siempre rodeada de un halo hermético donde las personas dejan de ser personas para ser pacientes. Un cirujano lucha contra la enfermedad, contra la muerte, no era una causa baladí.

Pero el doctor Garrido nunca había cejado en su forma de entender la vida y por ende su profesión, además tenía un argumento que era un “torpedo sexualr” en la línea de flotación de sus enemigos como les dijo una sola vez, para acallar las críticas de una vez por todas. Poseía la mejor estadística de casos resueltos, su equipo era el mejor, sus pacientes, sus clientes, como los llamaba cariñosamente siempre quedaban satisfechos.
No tenía nada que ver la falta de profesionalidad o de respeto con la simpática, la risa era terapéutica. Si había algo que detestara la muerte era que la miraran a la cara con una sonrisa en los labios. Él lo sabía bien ...muy bien.

Por eso siempre le gustó más el servicio de urgencias. Allí la lucha era directa, cara a cara, sin paliativos, ni diplomacia, como en un ring. En un rincón su bisturí y en el otro rincón la guadaña. ¡Diingg!  Acababa de sonar la campana, en el quirófano contiguo había un joven que no hacía ni una hora paseaba tranquilamente con su perro cuando un conductor borracho invadió la acera y los atropelló. El chucho murió aplastado y al chico lo habían traído con muy mala pinta. Había que intervenir.
Se miró al espejo sobre el lavamanos y sonriendo bajo la mascarilla guiñó un ojo. En el fondo de la sala de lavado quirúrgico, en un rincón estaba, como siempre, con su saya negra y su cara de hueso de cuencas vacías. El combate iba a comenzar.

El chico estaba tumbado de costado en una postura extraña para ojos profanos pero que era la más indicada para permitir el acceso más cómodo posible a las vísceras dañadas. La anestesia ya estaba haciendo su trabajo y los monitores mostraban unas constantes vitales estables. No había tiempo que perder. El doctor cerró los ojos y buscó en la oscuridad.

-       Es mío, no te entrometas.

Oyó las palabras igual que pudo verla reflejada en el espejo, pero no eran palabras que se pudieran pronunciar, ni eran sonidos que se pudieran oír realmente, era sentir el aliento gélido de la muerte y como cada molécula de tu organismo, cada átomo dejaba poco a poco de girar hasta llegar al cero absoluto, a la no existencia. Debía encontrarlo antes que ella, pero la oscuridad era densa, casi gelatinosa, y su avance era lento igual que el de un buzo inmerso en un mar de sangre a medio coagular.
 
-       Hola. ¿Dónde estás? no puedo verte
-       ¡Vete!
-       He venido a ayudarte. Has tenido un accidente, pero no temas soy tu médico ahora mismo estás en la camilla del quirófano, necesito de tu colaboración.
-       No le escuches, miente, solo te trae dolor, más dolor. Yo soy el reposo, tu guía al más allá, toma mi mano, ven conmigo.

Lo encontró en medio de la oscuridad, miraba al infinito mientras acariciaba el cadáver ensangrentado de su perro que descansaba sobre su regazo.

-       Hola, ¿cómo te llamas chico?
-       Ni siquiera sabe tu nombre, Raúl...y dice que quiere ayudarte.
-       ¡Chico, Raúl, vamos, lucha, aguanta! No cejes, aún tienes mucha vida por delante.
-       No te dejes engañar. La vida que dejas solo es un paso.

Seis horas después el doctor volvió a salir del quirófano. El chaval tenía un pulmón perforado por una las seis costillas rotas además del bazo y un riñón aplastados, se salvaría pero de nada hubiera servido su pericia como cirujano sin las ganas de vivir del chico, o de miedo a morir, nunca sabía cuánto había de cada. La muerte quería llevárselo a toda costa, eran sus preferidos, jóvenes, niños, personas a las que no debería visitar tan pronto, se esforzaba más con ellas. Los ancianos y suicidas eran el menú diario, la monotonía de cualquier trabajo.

En eso consistía su tarea, evitar que se fueran antes de tiempo, jugar al gato y el ratón, al no me pillas, al un dos tres, al escondite inglés. Así había sido desde siempre y así seguiría siendo. Se sacó lo guantes de látex y la mascarilla, siempre era el último del equipo en salir, las enfermeras y los otros médicos se habían despedido de él, felicitándolo por la intervención. Ninguno sospechaba porque cerraba los ojos unos instantes antes de cada operación. Algunos pensaban que rezaba o que era alguna técnica de relajación o una manera de concentrarse, el caso es que nadie se lo preguntó nunca, simplemente lo observaban y lo asumían como parte de cualquier otro protocolo. En realidad nadie sabía la verdad, su verdad. El solo seguía órdenes, conseguía más tiempo, más vida.

No se llamaba Julián Garrido. Ése era uno de los muchos nombres que había usado, y pronto tendría dejar de usar para volver a escoger otro. Sí, cada cierto tiempo debía desaparecer, cambiar de ciudad o incluso de país, no dejaba de ser una paradoja que tuviera que fingir su propia muerte para volver seguir luchando contra ella. Con el paso de los años su reputación cada vez se extendía con más rapidez, el mundo avanzaba, las comunicaciones hacían más veloces, lo que pasaba en una punta del mundo, casi inmediatamente se podía saber en la otra punta y no podía permitir que sus resultados comenzarán a llamar la atención más de lo debido. Su misión no era ésa. Su castigo, su premio era luchar contra ella, contra la muerte, en una batalla inútil e infinita en la que no se podía vencer. Sí, se le podía parar, retrasar, hacerle un regate, hacer que se olvidara al menos por un tiempo de ti. De hecho él llevaba esquivándola más de 1000 años. Había cosas en el universo que el hombre no debía de conocer y él se atrevió. Tuvo que pagar el precio, de hecho lo seguía pagando cada día.

Miró al fondo del vestuario. Había cambiado de disfraz, ahora no llevaba la ajada saya negra ni la rumienta guadaña, ahora se mostraba bajo otro de sus disfraces, era Azrael, el ángel. Estaba sentado en el suelo con las alas negras recogidas y cabizbajas. De pronto alzó la cabeza y le miró con sus ojos vacíos.

-       No me mires así, no es nada personal, solo hago mi trabajo.
-       Algún día tú también vendrás conmigo y ya sabes a donde, entonces no te reirás tanto.
-       Eso ya lo veremos.


.Le sacó la lengua, en un gesto burlón y malicioso. Salió del vestuario sin hacer ruido.
Él era Ben Shafir médico y alquimista, él que no muere.


 






viernes, 20 de noviembre de 2015

The Winery Dogs, ''Hot Streak''.

Un deja-vú acústico es lo que he experimentado con ''Hot Streak'' el segundo disco del power-trío The Winery Dogs.
Deja-vú en el sentido estructural del orden de las canciones, no a la composición de los temas, no hay nada repetido aquí, excepto virtuosismo a partes iguales, pasión en forma de watios y maestría de ejecución.

No os ha pasado (sobretodo a los que compraban vinilos) que escuchabais un disco de algún grupo o solista y la primera cara del disco era regular comparada con la cara B, que os satisfacía más? O soy yo el único rarete?

Pues este es mi peculiar deja-vú con ''Hot Streak'' y no estoy diciendo con esto que el disco sea flojo, en absoluto lo es, pero le hecho en falta en las primeras canciones exceptuando la primera que es un trallazo (como no podía ser de otra manera) desde la segunda Captain Love, la siguiente que dá título al album Hot Streak y How long, un poco de maceración, reposo, exigencia, no sé. Quizá ese era el objetivo para ellos, dejarlas medio crudas, que no lo están, son buenas canciones, cada una de ellas con sus detalles, pequeñas muestras de maestría inherentes a la altísima calidad del trío, pero personalmente prefiero un entrecot bien pasado. No me gusta pinchar y que se vea un poco de sangre.
Estos son los únicos ''peros'' que me ofrece el disco, tras escucharlo al menos media docena de veces en los últimos cuatro días que llevo disfrutándolo.


Obviadas las cuatro primeras canciones, Empire se muestra en ritmo y riffs cíclicos blueseros, con una rueda enigmática de ritmo tensionado y Richie ya empieza a parecerse al de siempre, haciendo eso que tanto me gusta: cantar una línea melódica y doblarla a la vez con la guitarra, algo tan socorrido y tan difícil de hacer, pero Mr. Kotzen lo hace como el que come pipas, con naturalidad y deleite. La canción deriva en un buen estribillo, un solo con slide y un final repetitivo con cierto aire a Rock Sureño encantador.

Y entramos en Fire. Aquí me tengo que descubrir de nuevo ante Richie Kotzen. Qué voz! Desde luego este tipo nación con su ángel de la guarda en forma de cuerdas vocales. Tiene un estilo propio, pero con ese regusto a feeling del clásico blues del Mississippi aderezado de Dusty Springfield y la dejadez negra que se le escapa por la boca en forma de canción preciosista e intimista.
Guitarra española, piano, vientos, todo lo toca Kotzen. No me extraña que se lo rifen las discográficas, este tipo es un genio en su terreno como compositor y letrista y aquí deja una joya, para mí, la pieza maestra del disco.


Hubiera comprado el disco sólo por poder disfrutar de esta canción una y mil veces. Fire en sí misma bien lo vale.

Ghost Town, nos va metiendo en harina, una canción embaucadora, de ambiente flotante y estribillo resultón, pero no por eso repetitivo. El equilibrio de la canción está muy bien guardado, su justa medida de sal y pimienta, un cambio funky muy bien traído, con un Billy Sheehan al bajo, como diciendo: dejadme participar ya! jejejeje

The Bridge nos muestra a los perros avinagraos (esta es mi traducción del nombre) en su vertiente más rock americano, casi comercial, con unos grandes riffs de Richie y Billy de alto octanaje y unos fraseos en los solos dignos de un maestro de jazz con sangre roquera.



War Machine sigue con el rock inmediato, directo, resoluciones de estrofas muy diferentes a los típicos estribillos que nos tienen acostumbrados. Guitarras de efectos doblados, alguna acústica que hace acto de presencia y un solo incendiario desde la clásica Fender Telecaster tocada sin púa, porque esta es otra característica del ''sonido'' Kotzen: nada de puas de nylon, todo artesanal, con sus manitas.
Por otra parte, Mike Portnoy está muy bien en su papel, tiene más que asimilado que lo importante son las canciones, por encima del lucimiento personal, pero no deja de hacer sus arrelos y le queda genial, como siempre. Un verdadero reloj suizo.

Spiral llega bailando, enigmática, incitante, con buenos efectos que visten la canción. el aliño perfecto de este buen plato. Los arregos del bajo están muy bien ejecutados y el ritmo y el juego de corcheas con el ''charles que hace Portnoy desembocan en un estribillo muy coreable, tanto o más que las estrofas, con unas líneas melódicas de primera.

Esta canción puede ser adictiva y llevarte a una Spiral de baile, cante y liberación que podrá hacerte olvidar el mundo exterior por unos minutos.

Devil You Know es un cañonazo al más puro estilo Van Halen, con perdón en los primeros compases, aunque han sabido darle la vuelta y llegar a un buen estribillo machacón, donde Richie está muy bien arropado en los coros por parte de los otros dos figuras. Portnoy vuelve a dejar una master-class de cómo interpretar un tema de rock y que no suene repetitivo, sino todo lo contrario.


Think It Over, penúltimo corte del disco es,  ..esperad un momento..... se han colado aquí  The Allman Brothers Band? No, siguen siendo ellos tes solitos, con una gran intro de teclados, una muy buena entrada de voz y unos coros que para sí los quisieran muchas bandas de renombre y me muerdo la lengua por no decirlo!

Otra maravilla de canción, otra vez babeando con la voz de Richie y los arreglos adecuados a cada parte de la canción. Por eso decía al principio que si fuera un vinilo, no dejaría de poner casi exclusivamente la cara B. Desconozco con qué objetivo han ido ''escondiendo'' las canciones. Vale, es mi visión de las cosas, nunca puedo ser objetivo con la música y quizá los demás penséis que son las primeras canciones las mejores, pero yo no lo siento así, a mí me han enamorado las ocho últimas. Oblivion, la primra, fué el single de adelanto de este buen disco y está muy a la mano, no he creido conveniente repetirla aquí tambien.


Y llega la hora de decirle adiós a este discazo con The Lamb, la canción más larga del disco, más de seis minutos, pero no por eso agobiante, al contrario, empieza con una guitarra acústica y una hermosa melodía desde la garganta de oro de Richie. Tan sólo unos pocos compases y de pronto empieza el ritmo emérgico y los fraseos de remate de las frases de voz a cargo de un inspiradísimo bajo por parte de Mr. Sheehan. Detalles a doble bombo de Portnoy, guitarras sintetizadas con muy buen gusto y cierto aire neo-clásico como preludio de un buen solo que se aproxima..


La primera vez que escuché el disco casi me llevo una decepción, despues de un inicio trepidante casi de Heavy Metal, tres canciones roqueras bien hechas, pero no me terminaban de ''cuadrar'' tal es el nivel que inconscientemente les pido, hasta que el cuarto tema me capturó, me enamoró y me llevó de la mano hasta el final de los surcos. Un viaje apasionante por el universo Winery y una colección de temas para hacer en directo una experiencia diferente, porque estos chicos tienen tablas y magia de sobra para darle ese plus que solose experimenta en los conciertos.

Si ellos quieren, tenemos grupazo para mucho tiempo, espero que sepan compaginar cada uno sus compromisos personales con la banda y no se quemen, porque este menú degustación debería prolongarse durante unos cuantos discos más, sé que es difícil, sobretodo por el locuelo del batería, que lleva hasta seis agrupaciones diferentes a la vez y los otros dos tienen tambien sus proyectos en solitario, pero si han sabido hacer esto dos veces, qué tal una tercera? y una cuarta...?...



Decidan lo que decidan, yo intentaré como siempre seguir manteniendo humildes mis orejas.

Gracias, chicos!



domingo, 15 de noviembre de 2015

En algún lugar, pero no en el Cielo







Humo y olor a carne quemada

Gritos y amputaciones

No veo vírgenes

No encuentro la Paz


Hola, ¿es esto el Paraíso?

Soy el Mártir, soy el Vengador

Mirad, traigo muchos infieles muertos


¿Dónde estás?

¿Dios?

¿Alá?

¡Holaaa!

¿Por qué no me contesta nadie?

¿Tengo que esperar? ¿Cuánto?
.......
 .....



……
........

Tengo miedo

¿Dónde estás Papá?
¿Mamá? 
¿No estáis orgullosos?

¡He hecho lo que debía!


¡¿Dónde estás?!

¡¡TENGO MIEDO!!


Sólo huelo a humo y a carne quemada

Sólo, oigo llanto


Sólo oscuridad 

AZUL#21







El sol herido de muerte comenzaba a hundirse por el horizonte, mientras la luna se preparaba para su asalto al mundo.
El fornido brazo de cara de perro hacia las veces de bastón. Set andaba con dificultad arrastrando los pies, levantando nubecillas de polvo y dejando pequeños surcos en la grava del suelo. Recorrer los pocos metros que separaban su coche de la puerta se le antojaba una tarea hercúlea. Allí esta nariz ganchuda esperándolo junto al doctor y la mujer con una silla de ruedas. Ya era humillante para él, tener que usarla, pero al menos caminaría hasta ella. Él podía ver la sonrisa maliciosa escondida detrás de sus rostros, aunque fueran serviles y timoratos. Su mente estaba hambrienta y débil pero no lo suficiente para no poder percibirlo. Su cuerpo era como una armadura vieja y oxidada que le impedía moverse con libertad.  
La mujer se acerco para intentar ayudar.
- Por favor señor, deje que le ayude. Dijo mientras intentaba cogerle por el brazo libre.
Set alzó la cabeza. Los cristales de las gafas del viejo eran tan oscuros que se podrían usar para soldar, sin embargo el frio azul de sus ojos los atravesaron si el menor problema, clavándose en los de Livia.
- Orgaz, dile a tu perra que se aparte.
La mujer no necesito nada mas, retrocedio como un animal apaleado, hundiendo la cabeza entre los hombros, mientras se excusaba.
- Lo siento, señor. Lo siento.
Una vez sentado lo condujeron por los pasillos laberinticos del Buen Pastor. El matón de aspecto perruno empujaba la silla, mientras que el otro le escoltaba justo a su lado derecho. Adelantándose para abrir puertas o para eliminar cualquier otra dificultad en el trayecto de su protegido. El resto del cortejo le seguía a un paso. No necesitaban guía, el viejo les visitaba más o menos cada dos meses, aunque últimamente la frecuencia había aumentado ligeramente. Cada vez consumía más. En parte era una buena noticia, ya que eso quería decir que se hacía más fuerte y que los procesos eran más complejos y por lo tanto necesitaban más energía. Pero por otro...era preocupante pues el aumento de poder, daba miedo. Sí, miedo, pero lo que el doctor Orgaz sentía en privado, era un miedo excitante que le espoleaba a seguir, al más difícil todavía. Él era el único de ellos que podía ponderar los peligros que conllevaba manipular algunas energías sin el debido respeto.  
Las puertas de montacargas se cerraron y comenzó a descender. En él, solo entraron el doctor y Set con Cara de perro. El otro matón se quedó arriba custodiando el acceso. Livia había desaparecido discretamente para continuar con sus obligaciones. Descendieron dos plantas y se detuvieron bruscamente oyendo un quejido metálico y notando un leve rebote. Las hojas metálicas se desplazaron a derecha e izquierda respectivamente.  
Orgaz se adelantó y penetro unos pasos en la negrura que les recibía. Accionó unos interruptores y los fluorescentes del techo volvieron a la vida entre zumbidos y parpadeos. La luz verdosa que emitían, resultaba insuficiente para el tamaño de la sala, manteniendola en penumbra. El lacayo de Set empujó la silla y ambos salieron del montacargas. La semioscuridad reveló un espacio de grandes dimensiones, de forma rectangular, donde el ascensor se ubicaba en uno de sus lados cortos. A ambos lados, a nivel de suelo, se disponían en hilera unos receptáculos alargados, de unos dos metros cada uno. A primera vista parecerían ataúdes futuristas redondeados, de tapas transparentes. En cierta manera podían pasar por ellos ,pues su contenido eran seres humanos.  
Los hombres atravesaban el pasillo que dejaban las dos hileras de cápsulas de sueño en dirección a una puerta que estaba en el lado opuesto. Su tránsito estaba acompañado por multitud de pequeños pitidos y destellos de los testigos de cada una de las capsulas. Los niños que las ocupaban dormían de cubito supino, desnudos salvo por la ropa interior blanca que todos lucían. Estaban sondados y llevaban múltiples electrodos además de una vía en el brazo.  
Un led comenzó a parpadear en rojo y a emitir una secuencia más rápida de pitidos. Inmediatamente un dispositivo en el cinturón del doctor se activó como la alarma de un despertador. La urna que avisaba estaba unos metros más adelante. Se adelantó mientras apagaba el dispositivo de su cintura. Tecleó unos comandos en un pequeña consola en la cabecera de la capsula y los pitidos desaparecieron. El doctor observó al niño que había dentro, como el pastor que examina su ganado. El crio pareció moverse. No, no era el crio, el ruido del compresor del dispositivo anti-escaras lo aclaró unos segundos después. Orgaz se llevó la mano a la frente .Volvió a teclear en la consola y el colchón donde descansaba el niño comenzó desinflarse con un siseo. Había olvidado desconectarlo. Era un derroche, que siguiera funcionando, ahora que su ocupante había muerto. Pulsó otra tecla y la pequeña luz verdosa que iluminaba el interior de la capsula se extinguió.
La silla se detuvo justo delante del portón metálico. El doctor levantó una pequeña tapa plástica que ocultaba un escáner de reconocimiento dactilar. Posó la palma de su mano derecha sobre él y un haz de luz roja la recorrió. Al instante se pudo oír como los sistemas de seguridad de la puerta se desbloqueaban chasqueando. Ahora el doctor solo tuvo que pulsar un botón, que paso del rojo al verde desactivando las cerraduras y haciendo que el portón se deslizara lateralmente sobre unas guías, embutiéndose en el muro, desapareciendo.
Un sillón presidia la nueva sala. Mucho más pequeña que la anterior, tenía apenas el tamaño de un despacho. El sillón en contraposición era enorme, no en sus dimensiones si no en todo el aparataje que lo acompañaba y que le daba el extraño aspecto de ser el puesto de mando de alguna nave espacial.
Una luz rojiza lo bañaba todo, haciendo que solo se pudieran ver otro color aparte del de la luz; el negro. La habitación podía pasar por cuarto de revelado o el interior de un submarino durante un zafarrancho de combate.
Orgaz tomó el mando de la silla y entro con Set.

Continuará..